Sí, me confieso culpable de estar viendo de nuevo Gossip Girl. Desde que terminara en 2012 ya lo había intentado en alguna ocasión pero nunca había conseguido pasar de la primera temporada. Hay que admitir que la serie se va volviendo más y más telenovelesca a medida que va avanzando, por lo que es un milagro llegar a la mitad de la ficción sin sucumbir al agotamiento.
Sin embargo, algo de lo que parece imposible cansarse es de Serena van der Woodsen, la protagonista e IT girl por excelencia, interpretada por Blake Lively. No son solo sus 178 centímetros de altura, su largo pelo rubio, su rostro y figura perfectamente moldeados, también es el trabajo que tiene detrás la serie para vestirla de maneras que, aunque sean ridículas desde el punto de vista realista (no hay que olvidar que su personaje empieza la serie con 16 años), siguen siendo espectaculares.
Y lo cierto es que, habiendo pasado una década desde que se crearan aquellos looks, siguen siendo atractivos para el ojo de esta fashion victim (odio este término, pero en este caso corresponde). No debería ser ninguna sorpresa que sea el trabajo del que fuera el asistente de Patricia Field, la diseñadora de vestuario en Sexo en Nueva York. En un giro de guion digno de cualquier historia hollywoodiense, Eric Daman fue el responsable de los estilismos de esta serie y también de los de The Carrie Diaries, creando así una triología de moda intachable.
Serena era la mejor representante del estilo de las influencers del momento, que en ese momento llamábamos socialités o IT girls, dependiendo de cómo quisiéramos hacer de menos la carrera que ejercían. En esta década no parecemos haber aprendido en lo que se refiere a las profesiones de las mujeres porque, al fin y al cabo, ¿no es una influencer una empresaria? ¿Una experta en marketing? ¿Una creadora de contenido?
El estilo de Serena, que recordaba a los de Sienna Miller, Alexa Chung o Poppy Delevingne, era muy europeo, con un toque boho chic en el día a día, y los puntos que dejaban claro que era una serie estadounidense eran los tacones de 10 centímetros para ir al colegio o esas mechas amarillo pollo. Por la noche se decantaba más por estilismos de estrella de cine que solo encajaban con la vida de una persona normal bajo la premisa que era una niña rica de la alta sociedad.
Es cierto que los looks de fiesta y extravagantes van siendo más habituales a medida que pasan las temporadas, cuando superan la mayoría de edad, entran en la universidad y se vuelven "adultos", pero hay varias claves en sus estilismos que son evidentes a lo largo de toda la serie.
¿ Por qué siguen funcionando 10 años después incluso cuando han pasado, cambiado y evolucionado las modas?
Porque toda la ropa que lleva siempre sigue una máxima: favorecer el brillo natural de Blake Lively, sus larguísimas piernas, la cintura y el pecho, el pelo... Mientras el vestuario de Leighton encajaba con la moda y representaba su personalidad cursi, estirada y encorsetada, el de su coprotagonista se basaba en que Serena era guapa no, guapísima. De hecho, esa es la línea argumental de las pobres amigas durante varias temporadas.
Esto roza otro tema que sería interesante hablar en otra ocasión sobre cómo seguimos adorado y alabando personajes que basan su personalidad en ser guapas. Es interesante pensar que, en el caso de la gente que destaca mucho por eso, como Blake Lively o Jennifer Anniston (Rachel es otro ejemplo), cuesta ignorar la belleza. Pero en casos como el de Zooey Deschanel en New Girl, esto pasa a un segundo plano porque la protagonista es graciosa y hay otra mujer de la serie que hace ese papel de Guapa™.
Lo hablaremos en otra ocasión...