¿Te has preguntado alguna vez por qué tu vida se repite?
Seguro que sí, millones de veces.
No comprendes nada, te sientes asfixiado y cansado.
Estás harto de hacer sin parar y ver que siempre llegas al mismo lugar.
Por qué van cambiando las caras, pero en el fondo, tienes las mismas relaciones.
Por qué cambian los lugares, pero pasa lo mismo siempre.
Esa sensación de vivir en bucle, de no saber qué hacer ya para bajarse de esa noria en la que no quieres ir montado.
¿Por qué por más que te empeñes y esfuerces siempre te quedas a medias o no alcanzas lo que deseas?
Esa rabia, esa impotencia, ese miedo terrible a que siempre sea así... A que nunca pase nada que se salga del guion. Como si estuvieras en un cárcel invisible y no pudieras salir y nadie viera los barrotes más que tú.
Esa sensación inmensa de injusticia que te abre en canal y te hace sentir una tristeza que te cuesta admitir, porque si la admites es como darte por vencido, como reconocer que no hay nada que puedas hacer... Aunque ya hace tiempo que lo piensas, no hay nada. No controlas nada. Te sientes tan pequeño e incapaz...
¿Has sentido que hagas lo que hagas nunca cambia nada en tu vida?
Como si no pudieras evitarlo, como si la vida tuviera otros planes para ti y por más que lo intentaras, no pudieras salir del camino marcado.
A veces, parece que las cosas van a cambiar pero al final todo vuelve. Todo se tuerce. Todo se repite. Como si pasara lo que pasase, por la noche tuvieras que volver al redil...
Como el payaso del circo que por la noche endereza la vara que el forzudo dobló a media tarde mientras recibía la admiración y el aplauso del público mientras a él no le ve nadie ni se le reconoce nada.
Te sientes marcado. Etiquetado. Incapaz. Y sientes que el mundo te mira esperando algo de ti que no puedes dar.
"Con el talento que tienes... Con lo mucho que vales...
Tendrías que estar triunfando con lo que haces... ¿Estás seguro de que lo haces bien? ¿Ya crees en ti mismo? ¿Has intentado esto o aquello? ¿Cómo puede ser que todavía no lo hayas conseguido?
Gente con menos talento que tú haciendo lo mismo te va por delante".
Eso es lo que te dicen y te sientes frustrado y avergonzado. Querrías gritar y decirle al mudo que ya no puedes más, que haces lo que puedes pero que hay algo, no sabes qué, que no te deja avanzar. Algo te ha puesto un techo, un muro alrededor que no te deja seguir, que siempre está a un metro por delante de ti y avanza contigo para no dejarte prosperar. No puedes hacer nada. Has intentado saltarlo, rodearlo, destruirlo pero es imposible.
¿Y si no tuvieras que hacer nada más?
¿ Y si esto no va de hacer sino de ser?
¿Y si resulta que dejas de presionarte y exigirte y todo sigue igual? Ni mejor, ni peor... ¿Qué es mejor y qué es peor?
¿Y si sueltas un poco esa carga y te das cuenta de que la vida te trata como tú te tratas en realidad?
¿Y si te fijas en cómo te miras, cómo te hablas, cómo te infravaloras y te das cuenta de que de esa forma no puede salir nada hermoso?
¿Y si eres consciente de que no crees en ti ni en tu valor y estás esperando que el mundo te dé algo que tú no te das?
¿Y si te perdonas por todo eso que querías conseguir y no llego y ves tu valor inmenso por lo que eres?
¿Y si la vida se repite para que te des cuenta de algo que todavía no ves?
Un aprendizaje, un mensaje oculto tras cada situación, tras cada desengaño, tras cada discusión... Como si pusiera ante ti un espejo que te permite ver ahí afuera lo que llevas dentro, en tu mente, sin ser consciente del daño que te haces sin querer.
Como si te pusiera tú mismo la zancadilla y te recortaras las alas.
Y, no quiero decir con esto que los demás no sean responsables de lo que hacen, para nada. Entiéndeme. Pero ahora hablo de ti, de lo que dice de ti lo que sucede en tu vida. De cómo usar este dolor para curarte la vida y remendarte a ti mismo.
De cómo darle la vuelta a todo.
Podrías enfadarte con la vida y con esas personas que te hacen defraudado y dejado tirado, con las que no supieron estar en su lugar, sin duda, pero ¿Para qué? No vas a cambiarlas y perderás un tiempo precioso con tu rabia culpándoles en lugar de mirar en ti y sanar tus heridas. Puedes escoger hacer lo que está en tu mano, trabajar en ti, comprenderte y usar el espejo para estar bien.
Y a los demás, perdonarles, poco a poco, porque ellos también van por la vida perdidos, sin ser conscientes de los espejos y lo que proyectan. El miedo nos hace cobardes y nos hace creer que para sobrevivir tenemos que pisar a otros, cuando es justo lo contrario.
Deja de mirar fuera y mira dentro, el único lugar donde actuar lo cambia todo.
Suelta esa rabia. No te enfades contigo por sentirla, es normal. Sólo sé consciente de ella y utilízala para perdonarte. Para ver más allá... Deja de sabotearte y observa tus pensamientos y descubre que no son reales, que forman parte de un mapa de vida que no es tu mapa. Lo tomaste prestado cuando eras niño pero ya no te sirve. Ahora puedes decidir cambiarlo, cuestionarlo, dejar de creer en él y empezar a creer en ti.
No esperes a que el suelo no se tambalee para sentirte seguro. Sujétate en ti y en nada más. No importa que camines por la cuerda foja porque tú eres firme... No necesitas los mejores zapatos, sólo marcar tu paso y permitirte saltar, bailar y caminar en paz.
No esperes a ocupar un mejor puesto, perder esos kilos de más o a cobrar más para valorarte porque ya mereces lo que deseas. Porque tu valor no tiene precio y tu talento no se mide, ni se etiqueta. Sencillamente se nota, se expande, se contagia. Disfruta de ti y de lo que haces. Ama ahora cada pequeña fibra de tu esencia, cada átoma de tu humanidad porque mereces ese amor.
No esperes a aceptarte y amarte como mereces mañana.
No esperes a no cometer errores, ni a superar tus retos ni batir tus marcas.
No se trata de alcanzar nada para empezar a respetarte, va al revés, esto va de respetarte primero y luego conseguir lo que deseas aunque no siempre como tú lo has imaginado. Y si llega, genial. Y si no, no importa, el camino andado con cariño te habrá llevado a cosas maravillosas.
No esperes a nada, ni a nadie que te diga que sí y te abra ninguna puerta. Eres tú quién las abre cuando te observas sin reproches y dejas de culparte.
Dedícate un tiempo para darte cuenta de que tienes que tratarte mejor a ti mismo.
¿No lo ves? La vida se repite porque no te miras como se mira a alguien que se ama... Porque no te perdonas... Porque piensas demasiado y mal... Porque tus pensamientos te limitan y te crees diminuto, poco hábil, insuficiente... Y en esas creencias absurdas has construido un imperio de exigencia y reproches, un refugio de culpa y miedo en el que te escondes de ti mismo... Pero eres tú mismo quién va a salvarse cuando se dé cuenta de que tiene que mirarse con amor, con el amor que espera que el mundo le mire...
¿No lo ves? Tu vida se repite porque tú te repites contigo, porque no te valoras y no te amas...
Fuente: https://mercerou.wordpress.com/2023/01/30/por-que-tu-vida-se-repite/