En la Biblia, en 2 Reyes 2:23-24 para ser concretos, Dios mandó a dos osas para matar a unos niños. No dos ni tres, sino 42 niños despedazados. ¿Sus pecados? Burlarse de Eliseo cuando iba a Betel llamándolo calvo. Dicho esto, ¿qué justificación tiene tanta masacre gratuita?
La historia se sitúa en malos tiempos para los fieles a Yahvé, ya que el Reino de Israel es gobernado por Ajab, quien se ha casado con la fenicia Jezabel, a quien acusaban de brujería, construyéndose un altar a Ba'al y Asera. Enfurecido, Yahvé envía una sequía y sume a su pueblo en la hambruna. Aunque se habían ejecutado a los profetas de Yahvé, Elías desafió a los profetas de Ba'al a que su dios encendiera una pira donde habían sacrificado un buey. Al tener éxito Elías, a pesar de la lluvia, incita al público a matar a 400 seguidores de Ba'al. La tensión con Jezabel crece y huye al desierto temiendo por su vida. 40 días después, en una cueva de Horeb, se comunica con Yahvé, quien le comunica que convierta a Eliseo en su sucesor.
Por lo tanto, Eliseo debe predicar la palabra de Yahvé en un reino que le ha dado la espalda. Comienza un viaje por las orillas del río Jordan que ya había realizado con Elías. En el fragmento que nos ocupa camina de Jericó, a 240 metros bajo el nivel del mar, hacia Betel, a 880 metros sobre el nivel del mar y 23 km de distancia. Betel era un entorno hostil, ya que es uno de los lugares donde Jeroboam I erigió un becerro de oro para que sus habitantes no fueran al templo de Jerusalén.
Cesáreo de Arlés comparó la burla de los niños a cuando Pilatos presenta a Jesús a los judíos y estos gritan "¡crucificadlo!, ¡crucificadlo!", siendo los ataques de los emperadores Vespasiano y Tito a Jerusalén 42 años después los equivalentes a los osos. En comentarios más recientes, a pesar de discrepancia de opiniones derivada de la respuesta excesivamente violenta, se llega al punto en común de que la maldición en nombre de Yahvé y el posterior descuartizamiento sirve de exhortación para mostrar respeto por los profetas.
Maldecir con el ataque de bestias salvajes no es exclusivo de este pasaje, ya que también ocurre en Levítico 26:22 y Ezequiel 5:17. Se considera que, en estas amenazas, Yahvé retira el dominio sobre la naturaleza que entregó a los humanos en la creación, rompiendo así las promesas de prosperidad que le hizo a Abraham. Este acto no solo serviría de advertencia para otros que faltasen el respeto al profeta, que había dejado de ser alumno hace poco, sino que hacerlo sería tan arriesgado como faltarle el respeto a su propio dios. Dado que en Jericó había purificado las aguas que habían provocado muertes y abortos, podría ser una muestra de su capacidad tanto de otorgar como arrebatar la vida, señalando a Eliseo como un verdadero profeta. El que Jericó hubiera sido maldita por el propio Josué ( Josué 6:26) también servía como ejemplo de que las maldiciones eran reversibles si se actuaba adecuadamente. Por lo tanto, Jericó y Betel constituyen ejemplos de las consecuencias de obedecer o no la autoridad de los profetas.
Por otra parte, mencionar que la cifra 42 no es casual, pues también se menciona en 2 Reyes 10:14, Apocalipsis 11:2 y 13:5. Sería así un número asociado con desgracias. Dado que, en teoría, Eliseo sería joven en este relato, hay varias interpretaciones al insulto de "¡Sube, calvo!". Para empezar, se coincide en que ese "Sube" es una incitación a continuar su camino y no detenerse en Betel. La mención a la calvicie pudo ser una forma de llamarlo leproso, pero también haber sido un signo de luto por su maestro Elías. En ambos casos habrían sido los causantes de la maldición en nombre de Dios y la intervención divina.
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- Irwin, B. P. (2016). The Curious Incident of the Boys and the Bears: 2 Kings 2 and the Prophetic Authority of Elisha.
- Feldt, L. (2014). The Fantastic in Religious Narrative from Exodus to Elisha. Routledge.
- Fessenden, J., & Eubank, N. (2014). Elisha's Curse of the She-Bears.