Revista Opinión

Por qué vivir, para empezar, nos produce miedo

Por Javier Martínez Gracia @JaviMgracia

Comenzaré, David Gustavo, por darle la razón: estoy sustancialmente de acuerdo en todo lo que dice en su comentario (que, de nuevo, coloco al final de este escrito). Para empezar, de acuerdo en que . Alude usted al miedo, que, efectivamente, creo que es el sentimiento nuclear del hombre ante el caos de un mundo que, para empezar, no se sujeta a ley, a ninguna previsión, donde todo es cambio y nada permanece. Me ha hecho recordar los lamentos de Job contraponiéndose a un Dios arbitrario, que tampoco a él le parecía que obedeciese a ninguna ley. En medio de su infortunio, decía: "El hombre siempre busca seguridad en lo inmutable, el cambio le produce miedo". Y es que, como decía la gran pensadora, discípula de Ortega, María Zambrano (que como usted sabe, vivió los primeros años de su exilio por nuestra guerra civil en México ): . O como dice el mismo Ortega:"Él no cambia de opinión; ¿quién podrá disuadirle? Lo que le place, eso lo hace. Él cumplirá lo decretado sobre mí; y aún tiene planeadas muchas cosas semejantes. Por eso estoy turbado ante Él; cuando pienso en ello, me sobreviene el temor. Dios ha aterrado mi corazón, el Omnipotente me ha conturbado" (Job, 23, 13-16). Se anticipó Job a Duns Escoto (1266-1308), para el que, efectivamente, Dios es un ser arbitrario: no se somete a nuestra idea del bien y del mal, sino que hace lo que quiere, su voluntad es la ley. Sobre ese presupuesto, Escoto fundamentó su inquebrantable fe, y con ello se convirtió en un precursor del protestantismo.

POR QUÉ VIVIR, PARA EMPEZAR, NOS PRODUCE MIEDO

Así se enfrentaba el hombre al caos de la vida antes de la aparición de la razón vital

Ese Dios arbitrario, exponente de la vida misma tal y como se nos presenta para empezar, es lo que causa el hecho de que, como también dice Zambrano, . Escoto y después los protestantes tratan de calmar esa inquietud que produce el caos que es la vida con la fe. Lo que nos acongoja, el caos que siempre está presto a aparecer, "es voluntad de Dios". Job decía: "Dios me lo dio, Dios me lo quitó". Y así unos y otro, con su fe, calman su angustia. Bien, pues Ortega se mostró partidario de utilizar otro método, a la postre revolucionario, para ese mismo fin: la razón, la razón aplicada a la vida, la razón vital. El instrumento con el que trabaja la razón son los conceptos, y de nuevo echamos mano de Zambrano para entender el efecto que estos producen: (Zambrano). Gracias a ella encontramos una identidad, un " Una de las funciones de los conceptos es tranquilizar al hombre que logra poseerlos. En la incertidumbre que es la vida, los conceptos son límites en que encerramos las cosas, zonas de seguridad en la sorpresa continua de los acontecimientos" . Es, pues, la razón, la encargada de buscar regularidades, orden, ley en los acontecimientos en medio de los cuales, para empezar, naufragábamos; es la razón la que nos ayuda a saber a qué atenernos ante el persistente problema que significa vivir. Es ella, con sus conceptos, la que nos permite encontrar lo que permanece en medio de los cambios que nos aterran:"La razón se inscribe en el siempre; la razón a solas" "en español ser, viene de sedere = estar sentado" , en suma, significa reposar en lo reconocible, en lo previsible, en lo sometido a ley.ser en nosotros y en las cosas. Y es que, según Ortega,

Pero la razón a la que alude Ortega no es la razón abstracta de Descartes y los racionalistas; no es una razón tan absoluta que permita decir, como hizo Hegel, que "todo lo real es racional". No es un instrumento que permita estabilizarse en el "ser" de manera definitiva (nosomos pensamiento, como no somos la Idea platónica ni la forma aristotélica, ni la naturaleza estoica, ni el alma agustiniana...). La realidad es mucho más de lo que conseguimos encerrar en nuestra razón, que, por tanto, ha de ser una razón obligada a seguir el rastro de nuevas parcelas de realidad que, de manera persistente, aparecen poniendo en cuestión el mundo que creíamos haber estabilizado con nuestros conceptos. Si habíamos creído que ya habíamos alcanzado el ser, la plena identidad, si suponíamos que, por ejemplo, el mundo se movía de acuerdo a las eternas leyes mecánicas que Descartes descubrió con sus cogitaciones... estábamos errados. La razón no se puede quedar quieta, porque el mundo está siempre mostrándonos nuevas facetas que hacen que sea insuficiente lo que habíamos creído comprender. "Nada se sabe de modo permanente", dice, de nuevo, Zambrano . Y remacha: . Ortega, en fin, sostenía que . Así que concluye:


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