Revista Espiritualidad
Era extraño aquel hombre,o por tal lo tomaron,porque besaba todolo que hallaba a su paso.Besaba a las personas,al perro, al mobiliarioy mordía dulcementela ventana de un cuarto.
Cuando salía a la callele iba besando al barriolas esquinas, aceras,portales y mercados,y en las noches de cine(también en las de teatro)besaba su butacay las de sus costados.
Por estas y otras muchaslos cuerdos lo llevarondonde nadie lo viera,donde no recordarlo.Y cuentan que en su celdabesaba sus zapatos,su catre, sus barrotes,sus paredes de barro.
Un día sin aviso,murió aquel hombre extrañoy muy naturalmenteen tierra lo sembraron.En ese mismo instante,desde el cielo, los pájarosdescubrieron que al mundole habían nacido labios.(Silvio Rodríguez)