Por decidir tenernos, por cuidarnos, por educarnos, por tolerarnos, por reñirnos, aunque fueran pocas veces, por dejar que tropezáramos y estar siempre para levantarnos.
Sobre todo por tenernos, que ahora no es fácil, pero antes tampoco, por tus sacrificios, por tus elecciones, seguro que acertadas, aunque tuvieses dudas.
Por no darnos todo lo que te pedíamos, porque siempre has tenido más juicio que nosotros y tu sentido común, aunque nos costó entenderlo, siempre era más común que el nuestro.
No se en que momento todo fue cambiando, aunque recuerdo como si fuera ayer cuando mi vagancia se transformó en ímpetu y pase de ir a remolque a llegar el primero a la Canal de Izas.
En algún momento maduré, ya iba siendo hora, y empecé a tomar decisiones, que como las tuyas podían ser más o menos acertadas, pero era lo que había y veía que confiabas en ellas.
Tú hiciste posible que me convirtiera en cuidador tuyo, de los nuestros y de otros y lo hice con una ilusión que me habías trasmitido, con tu paciencia, con tu sonrisa, con tu optimismo.
Poco a poco o rápidamente, no me acuerdo, lograste una familia que se iba ampliando por momentos y a la que se agregaban parejas, amigos, conocidos, nietos y nietas.
¿Recuerdas? Tuviste tu primera nieta, Sandra, con 9 años y una sonrisa de oreja a oreja y a ella le siguieron otros, Alex, Jose y Eva que han hecho la delicia de todos en momentos difíciles que tú transformabas en alegría y esperanza.
Sé que lo has pasado mal, que no siempre he podido ayudarte, aunque bien sabes que todos lo intentábamos y nunca he oído una queja de tus labios, incluso al final, sin fuerzas, cuando te preguntábamos ¿qué tal?, tu contestación siempre era la misma, yo bien ¿y vosotros? Y de uno en uno te interesabas por nosotros, como si tu vida no tuviera otro sentido que hacernos felices.
Gracias a vosotros, a todos vosotros, tus amigos, mis amigos, y a ti, si también a ti, sé que estabais ahí, a algunos os vi, a otros no, pero seguía sabiendo que estabais ahí, y me servía de consuelo.
Por eso todos lo que te conocieron se han referido a ti como una buena persona, como un buen padre, un buen marido, un buen abuelo, un buen paciente, un buen compañero…
Tú te encargabas de las situaciones mas complicadas, en la familia, en el trabajo, en la vida.
Muchos son los recuerdos, no se expresarlos, pero los tengo y viviré con ellos y con ellos sobreviviré.
Gracias también a los trabajadores de la salud, por entendernos, por ayudarnos, por tener paciencia con nosotros y hacer soportable el final.
Ahora nos dejas, y aún así, sé que estás ahí, que sigues velando por todos, que no descansas, que nunca desfalleces, que ni las adversidades, ni el dolor pudieron contigo.
No sé si te he dado las gracias por todo, quizás no he sabido decirlo, pero ahora puedo hacerlo y te lo digo, gracias, muchas gracias.