Ya os he contado el primer día de este viaje, con el desplazamiento hasta Burgos capital desde Madrid, y las diferentes paradas que realizamos.
Vista de la Catedral de Burgos y la ciudad, desde el Mirador del Castillo. (JMBigas, Julio 2014)
Por la tarde de ese lunes 14 de Julio llegamos al Hotel Puerta de Burgos. Tras ocupar las habitaciones que habíamos reservado, salimos para realizar un poco de turismo por la ciudad.Primero fuimos hasta el Mirador del Castillo, junto al Castillo de Burgos, edificado en tiempos de la Reconquista (siglo IX). Se encuentra en el cerro de San Miguel, unos 75 metros sobre el nivel de la ciudad. Es posible visitar el Castillo, pero ya no a esas horas avanzadas de la tarde. Ignoro los atractivos que ofrece su interior para el visitante.Junto al Mirador hay unas poquitas plazas donde aparcar el coche. Desde el Mirador se tiene una muy buena perspectiva de toda la ciudad, donde destaca en primer plano la Catedral y todo el centro antiguo de Burgos, incluida la zona verde que bordea al río Arlanzón, con su famoso Paseo del Espolón.
La Catedral, la zona del río Arlanzón y el complejo del Museo de la Evolución Humana. (JMBigas, Julio 2014)
El suelo del Mirador es una especie de Rosa de los Vientos, donde destaca la dirección y la distancia desde Burgos hasta diversos enclaves próximos y lejanos. Siempre acostumbra a haber visitantes en la zona, con ganas de tomar algunas buenas fotografías; también es un centro de reunión para algunos grupos de jóvenes.La tarde es, posiblemente, el mejor momento del día para visitarlo, ya que se tiene el Sol poniente a la espalda, iluminando los diversos monumentos de la mejor manera posible.Desde allí fuimos a la zona del Monasterio de las Huelgas Reales. Su historia se remonta al siglo XII con el rey Alfonso VIII de Castilla y su esposa Leonor. Su fundación, destinada a cabecera en toda la región de las comunidades femeninas cistercienses, tenía como objetivo convertirlo en panteón de reyes y en lugar de retiro para damas nobles. Inicialmente establecido en el campo cercano a la ciudad de Burgos, hoy se encuentra en el centro de uno de los barrios residenciales de la ciudad moderna, a varios kilómetros de distancia de su casco histórico.Era ya el final de la tarde, pasadas las ocho y media, y era imposible cualquier tipo de visita al interior del Monasterio, donde destaca, entre otras maravillas, su Claustro. Pero sí pudimos deleitarnos de la maravillosa iluminación que el Sol de la tarde ofrece al visitante sobre las piedras antiguas del Monasterio.
Monasterio de las Huelgas Reales. (JMBigas, Julio 2014)
Desde allí fuimos directamente hacia el centro histórico de Burgos. Aparcamos el coche en el parking subterráneo bajo la Plaza Mayor. La Plaza Mayor de Burgos, con edificaciones muy bonitas y armoniosas, no tiene la monumentalidad de otras plazas mayores de Castilla o León (la de Madrid, la de Valladolid, la de Salamanca, la de León, incluso la de Lerma, una de las más grandes). Allí se encuentra el Ayuntamiento de la ciudad. La zona de la Catedral, el río y sus paseos arbolados y las pequeñas calles llenas de tentaciones gastronómicas para el paladar, están a un tiro de piedra de la Plaza Mayor, por lo que supone un buen punto de partida para cualquier paseo por el casco histórico de la ciudad.Eso es lo que hicimos. Primero por la peatonal Calle Paloma, que desemboca en la gran Plaza del Rey San Fernando, frente a la mundialmente conocida Catedral de Burgos, una de las joyas del gótico español. Su construcción se inició en el siglo XIII, siguiendo los patrones del gótico francés de las grandes catedrales de París o de Reims. Sufrió importantes adiciones y modificaciones en los siglos siguientes.Actualmente, toda la zona que rodea a la Catedral es peatonal, y está sembrada de la tradicional oferta comercial y de restauración, habitual en entornos de ese estilo. En su parte más elevada, por la calle Fernán González, está el Mesón del Cid, uno de los hoteles y restaurantes más clásicos del casco histórico de Burgos.
Ayuntamiento de Burgos, en la Plaza Mayor. (JMBigas, Julio 2014)
Azuzados ya por el hambre (estábamos cerca de las diez de la noche, aunque a mediados de Julio todavía había luz de día), buscamos un lugar adecuado para cenar un poco. En esta labor volvimos hacia la Plaza Mayor, y nos internamos por la estrechita calle de San Lorenzo, donde cada portal es una nueva tentación para el paladar. Abundan los bares de pinchos, los mesones, y toda clase de establecimientos que ofrecen saciar el hambre de todas las formas imaginables.Mi amigo G. recordaba con cariño que, en una anterior visita a la ciudad, se había deleitado con un pincho llamado cojonudo. Localizamos, casi por casualidad, el Mesón Los Herreros, en esa calle de San Lorenzo, que es la cuna de esa maravilla gastronómica. El cojonudo consiste en una pequeña rebanada de pan, con un huevo de codorniz, un trocito de chorizo (o morcilla, en su caso) y una tira de pimiento rojo. Hasta cierto punto, los ingredientes se pueden negociar, como fue mi caso con el pimiento, que no soporto.
Mesón Los Herreros, en la calle de San Lorenzo. (JMBigas, Julio 2014)
En la barra de Los Herreros tomamos algunas copitas de vino (primero un verdejo blanco, luego un delicioso tinto D. O. Arlanza), acompañadas por algún cojonudo, alguna deliciosa croqueta, y algunos otros pinchos y tapas, que nos dejaron plenamente satisfechos, preparados para volver al hotel y dormir como angelitos.Tuvimos también ocasión de realizar un breve paseo por el Espolón, junto al río Arlanzón. Como es frecuente en verano, el espacio estaba bastante ocupado por un mercadillo de diversos tipos de artesanías.El martes lo dedicamos a visitar Atapuerca, pero eso ya os lo contaré en otro capítulo.Por la noche, de vuelta al hotel de Burgos, fuimos en el autobús línea 1 hasta el centro (junto a la estatua del Cid), y cenamos en la terraza de Casa Ojeda, uno de los restaurantes más clásicos del centro de Burgos.El miércoles realizamos una larga excursión por la zona conocida como de Las Merindades, por el norte de la provincia de Burgos, pero eso también os lo contaré en capítulo separado.
Un "cojonudo", con huevo de codorniz, chorizo y una tira de pimiento, sobre rebanada de pan. (JMBigas, Julio 2014)
Ese miércoles acabamos llegando tarde de vuelta al hotel, y decidimos cenar por el propio barrio del hotel. Tras algún tropiezo (en algún local de la zona, la absoluta carestía de servicio nos sumió en una total desatención y tuvimos que salir huyendo), acabamos cenando de modo informal en la terraza del bar restaurante Giovanni que, a pesar de su nombre italiano, tiene la tradicional oferta local de tapas y raciones.El jueves iniciamos el regreso a Madrid. Pero realizamos algún desvío y algunas paradas de interés, principalmente enológico. Esa ruta será el objeto del quinto capítulo de esta serie.A pesar de pernoctar tres noches en un hotel de Burgos, no tuvimos demasiado tiempo para realizar turismo por la capital. Muchas visitas se quedaron en el tintero. Pero ese será el acicate para una futura visita a esa maravillosa ciudad.Aparte de las fotografías que he seleccionado para ilustrar este artículo, podéis acceder a una colección de 22 imágenes, pinchando en la siguiente toma.