Se veía venir. A pesar de que hace unos meses nadie lo hubiera dicho. A pesar de que parecía razonable que este juez terminara los casos tan emblemáticos como difíciles que tiene en su haber (Gürtel, Bárcenas, PP-Sede Génova, Pujol, etc.). Pero ya se sabe que la lógica pepera es la que es, o sea la que les viene bien, las que les favorecen.
Acaban de decidir por mayoría que la plaza del juez Ruz salga a concurso. Y, en todo caso, si el juez Ruz lo acepta –cosa improbable-- que quede como juez de refuerzo, o sea como monaguillo del nuevo juez.
Podían haber elegido prorrogar la estancia de Ruz en la Audiencia Nacional, pero eso se lo han cargado. Y es que cuando venimos diciendo que la cúspide de los jueces, elegida por los partidos mayoritarios, no es imparcial, es por algo. El PP, con su mayoría absoluta, llevada también al CGPJ, hace que esta institución les sirva de correa de transmisión de sus deseos y sus privilegios. Lo mismo que ocurre con el Fiscal General del Estado.
La presión del PP ha tenido su recompensa. Ruz era para ellos una pesadilla, un juez capaz de no dejarse nada en el camino, de arrastrar al PP a la ciénaga que ha creado, era un traidor incapaz de entender que “el bien de España” es “el bien para el PP”, porque ellos son España, y los demás tierra conquistada. Por ello, Ruz era un estorbo que había que quitar de enmedio, para gloria de las Españas Imperiales. Por eso, Ruz es considerado un traidor. Y deja empantanadas todas las causas de corrupción –casi todas del PP-- que está instruyendo, que es lo que el partido del gobierno pretendía.
Nada es en vano. Que no nos hablen de casualidades, el PP hila con oro fino sus acciones. Eso sí, oro de bajos quilates, lleno de mugre, de miseria y de mentiras. Ellos pensaron que Ruz, que es un juez conservador, podría ser convencido de la necesidad de no hacer daño a su partido y resulta que les ha salido rana, que les ha salido un juez honesto y amante de la verdad, y eso, ya se sabe, no va con el Partido Popular, el partido de la corrupción y las mentiras.
Por un lado, elaboran una ley para poner tiempo máximo a las causas que llevan los jueces, eso sí, sin aumentar ni jueces ni más medios materiales y humanos. Por otro, este PP, hundido en el fango, habla de regeneración, de lucha contra la corrupción, y ahí les ven, haciendo justo lo contrario. Y, en este caso –naturalmente interesado—, al colocar a otro juez, retrasan las causas más importantes, por el mero hecho de que les puede venir muy mal que las siga instruyendo el juez Ruz y que pueda sacar más tomate antes de que se celebren las próximas elecciones.
Naturalmente, el hecho de que haya un nuevo juez, significa que debe conocer a fondo estos casos tan importante, y no es una broma. Se trata de leer y estudiar, cientos de miles de folios de las diversas instrucciones para poder valorar los pormenores, lo que puede llevar, sólo la lectura, varios meses. Eso sería sólo un problema menor, en el mejor de los casos, porque si pueden, trataran de convencer al nuevo juez de la bondad de los deseos del Partido Popular y de llevárselo a su huerto.
Por cierto, hoy mismo, el PP, con su mayoría absoluta, ha vuelto a rechazar la creación de una comisión de investigación sobre el caso Bankia y otros casos de corrupción, propuesta por el PSOE e Izquierda Unida, así como la posibilidad de que los grupos políticos entren en el Consejo de Transparencia de la ley que entrará mañana en vigor. Una prueba más de ese amor que tiene este gobierno por aclarar las cosas y por imponer transparencia. Otra farsa más de este gobierno totalitario y nefasto.
Sólo queda dar las gracias al juez Ruz por su magnífico trabajo. Y esperar que el próximo mantenga un actitud tan entera, honesta y justa como él.
De nuevo hay que gritar otro: ¡Basta ya! No hay excusas, la gente que vote a este partido será corresponsable de sus tropelías, en caso de que gobierne. Y no nos llamemos a andana, la cosa está más clara que el caldo de un asilo. Votar al PP es votar por la corrupción y contra la transparencia. Lo demás, milongas, excusas de mal pagador, de mal votante.
Salud y República