Revista Libros
Cuando servidor estaba firmemente convencido de que la tontuna de ciertos políticos era insuperable (aquíy aquí), la realidad se empeña en demostramos que el límite de la estulticia es infinito.Si en su día ya considerábamos que vender la honorabilidad por un puñado de trajes encarnaba el colmo de la estupidez, hacerlo por un puñado de globos es tan absurdo que no tiene siquiera nombre.En todo caso, Pedro Gonzalez, gerente de interglobo, ha reconocido públicamente que instaló en dos ocasiones los globitos de marras en casa de la ministra y que ella misma le indicó donde y como ubicarlos, así que ni siquiera puede alegar ignorancia.Parece un hecho probado que Ana Mato ha metido la cuchara en la olla podrida de Correa, y debe dimitir o ser cesada: no existe otra alternativa.