Aunque me muevo desde hace 17 años en organizaciones sanitarias, puedo atreverme que sobre lo que voy a escribir en esta entrada no sólo sucede en este tipo de organizaciones, sino que es un mal extendido en el resto de organizaciones, ya sean pequeñas, medianas o grandes; ya sean sanitarias y no sanitarias.
Y aunque pueda ser redundante, me viene al pelo la entrada que publicaba el pasado 5 de marzo, " La innovación no sólo pasa por la profesionalización de los gestores sanitarios" en la que reivindicaba no sólo la profesionalización del gestor sanitario, sino que lo hacía extensivo al resto de gestores de cualquier administración pública, evitando así que los vaivenes políticos puedan afectar a la buena gestión de las instituciones, ya sean sanitarias, educativas, etc., etc.
Y hablaba de que la innovación no sólo pasa por la profesionalización de los gestores sanitarios, que también, sino por la implicación de todos y cada una de las personas de la organización... y precisamente todo esto se me ha vuelto a pasar por la cabeza cuando he leído la noticia Congreso de Hospitales y Servicios de Salud: no se trata de innovaciones, sino de cultura de la innovación:
"El III Congreso de la Organización Española de Hospitales y Servicios de Salud (Oehss), que se celebra este jueves y viernes en el Hospital Universitario Doctor Peset de Valencia, ha puesto de manifiesto que la innovación en el sector sanitario reclama una "cultura" para llevarla a cabo, un enfoque que va más allá de la simple incorporación de innovaciones o avances y que debe superar las tensiones y resistencia al cambio habituales en el sistema."Efectivamente, esto no se trata de comprar el último juguetito de moda y cuando nos aburre la partida o no conseguimos pasar de nivel en nuestra PlayStation, pasarnos a la X-Box; ese no es el nivel, eso no es innovar... lo realmente importante es generar esa cultura de innovación, una cultura dentro de la organización que invite a las personas de la organización (no sólo al directivo o al mando intermedio) a pensar de manera diferente, a buscar soluciones nuevas a los problemas de siempre, a atreverse a transmitir sus ideas porque son beneficiosas para la organización, sin que nadie le ponga la zancadilla, sin que nadie le robe la medalla, sin temor a represalias por querer y hacer, ni por parte de sus superiores inmediatos (que también) ni por parte de sus compañeros que no quieren salir de su zona de confort, que no quieren verse retratados en el querer y poder del otro, que no quieren hacer más allá de lo estrictamente necesario (y si puede esperar a mañana, mejor todavía).
Algunas píldoras extraídas de dicho artículo y que refuerzan mi argumentación anterior:
Lo dicho, por ir cerrando la entrada de hoy, que a buen seguro, tendrá replica en próximas entradas. Que esto no es un tema exclusivo de las organizaciones sanitarias, ni siquiera entramos a diferenciar gestión pública de gestión privada. Esto es un tema cultural, y es importante fomentar un cambio de cultura en nuestras organizaciones, una cultura que apueste por la innovación (y no estamos hablando de grandes inversiones, que ya sabemos que dinero no hay).
Cuando se instale la cultura de la innovación en nuestras organizaciones y consiga calar en todas y cada una de las personas de la organización, todos habremos ganado: profesionales y pacientes, profesionales y clientes, profesionales y personas, que al fin y al cabo, todos somos PERSONAS, que no se nos olvide.