Como nos anuncia Save the Children en el Pleno del Congreso del martes se votaba la Proposición No de Ley en la que todos los grupos parlamentarios exigen al Gobierno que, en el plazo máximo de un año, inicie los trabajos necesarios para la aprobación de una Ley Orgánica por la Erradicación de la Violencia contra la Infancia en esta legislatura.
Ya va siendo hora aunque, francamente, tal como se presentan los próximos meses, tengo mis dudas que tal proposición se lleve a cabo. Este gobierno, cuya dedicación principal hasta ahora ha sido la de ocultar e intentar soslayar todas la denuncias y querellas por corrupción, mientras favorecía los negocios de sus afines en la construcción de AVEs innecesarios, autopistas que no van a ningún sitio, submarinos que no flotan o la venta de armas de tapadillo a países en guerra, no me parece que se vaya a distraer de su última complicación existencial centrada en Cataluña. No por la protección a los niños, al menos.
La legislación española, el cuerpo legal dedicado a la protección a la infancia data, por lo menos, de 1904, con la ley de protección a madres y niños, especialmente introducida para proteger a las madres que tenían que trabajar fuera de casa y continuar criando a sus hijos. Como gran parte de la legislación de protección social, arrancaba de las doctrinas de Bismark que, en realidad, sólo pretendían preservar la fuerza de trabajo, la protección y la salud de la mano de obra. Eso y algunas medidas de carácter benéfico incentivadas desde el filantropismo anglosajón. Luego pasó lo que pasó y unas cuantas revoluciones, dos o tres guerras espantosas y el crecimiento de la conciencia social bajo la aviesa amenaza de las divisiones del ejército rojo al otro lado del Elba, dieron paso a la, desde otros paises, envidiable situación de la protección social europea.
Y como por leyes, que no falten, se han promulgado un buen puñado que abarcan desde la educación obligatoria y gratuita, la vacunación universal y la aprobación de las convenciones internacionales sobre derechos de los niños. Pero con todo eso, y para vergüenza de toda una sociedad considerada madura y moderna, los niños siguen siendo víctimas de desafueros, violencias, malos tratos, abusos y otras maldades, protagonizados por miembros de esa sociedad: los propios padres, clérigos pedófilos, jueces venales machistas y toda una caterva de perversos que se resisten a reconocer que los niños són lo único que nos garantiza el futuro. Especialmente el futuro de nuestras pensiones.
Bienvenida sea la proposición, que no es de ley sino para que escriban una mejor. En un año, si seguimos aquí, lo comentamos.
Mientras tanto, vigilad. Que la protección de los niños ha de estar en todas partes.
X. Allué (Editor)