¡No empecemos con el tema de la nariz porque ahí siempre gano!
Cuando bromeamos con los amigos es muy común que terminemos con los chistes de los narizones. Y, consecuentemente, caigo como protagonista.
Tengo que admitir que sí me fastidia un poco que, con estas fosas tan grandes, no tengo súper poderes nasales. Al contrario, mis habilidades olfativas mediocres reiteran que mis napias son puramente accesorias. Pero mi nariz es la que le da personalidad a mi cara y no me molesta lucirla.
Cada día que pasa le encuentro más ventajas a mi ñata, y no temo publicarlas:
- Sí, tengo grandes aspiraciones.
- Soy la única que puede ver las películas 3D completas sin quitarme las incomodísimas gafas, porque cada vez me las acomodo en un lugar diferente de la nariz.
- Ahora que tengo que usar espejuelos para leer, me los puedo poner tan lejos en la nariz, que los puedo usar todo el día sin que interfieran con mi visión normal.
- Por más congestión que tenga, siempre puedo respirar.
Sin embargo, hay tantas otras personas que viven en constante desgracia porque no les gusta su nariz, sus senos, su cabello, sus arrugas, sus ojos, sus nalgas... En fin, creen que tienen defectos por no tener tal o cual rasgo de la "belleza" que esté a la moda en ese momento, que no logran ser felices por sí mismas.
Tan importante es sentirnos cómodos en nuestro propio cuerpo, como vestirnos con lo que verdaderamente nos gusta y nos hace sentir cómodos. ¿De qué vale que me estire el pelo, me reacomode los chichos en un mahón ajustadísimo, me empuje los pechos hasta que casi se disparen los botones de la blusa, y me encarame en unos zapatos en los que no podré caminar por más de tres minutos, si voy a llevar un día de total infelicidad dentro de ese disfraz que no soy yo? Prefiero andar en vestidos fuera de moda, zapatos bajitos, sin peinar, con tres líneas de maquillaje y sentirme libre.
Ego sum nasum.
Ser uno mismo, alegremente y sin complejos, se nota. La autoestima se nos sale por los poros. Se refleja en lo que hacemos y hasta en la forma de expresarnos. Somos el producto perfecto de la unión de dos seres, y nuestro YO tiene una misión muy superior a la de ser simplemente aceptado o admirado por una sociedad.
Encontremos nuestro propósito y vayamos a él con lo que se nos ha dado. Eso es lo importante.