Por de pronto, hoy me he levantado con ganas de hacer cosas, y no con la sensación de haber salido de un agujero. Y, no, para los malpensados, no me refiero al alcohol, porque uno bebe tan poco, que en cuanto lee la etiqueta con los grados de la bebida ya se queda medio colocado. Porque hay veces que te levantas, tras una comilona de esas que no te esperas, como si fueras Iñaki Perurena, el levantador de piedra, pero con la piedra de 300 kilos incluida, y eso no es plan.
Suelen decir, siempre se ha dicho, que el ánimo alegre embellece el rostro (tampoco hace milagros, no nos equivoquemos), y hoy me he levantado riéndome, ya que me han informado que, por una vez, en esa playa inmensa que es twitter, y que cada grano de arena es un tweet, que normalmente pasará desapercibido, un mensaje mío, un comentario, es tenido en cuenta en un diario, de esos que se dice, o se decía, antes al menos, “de gran tirada” (http://www.larazon.es/lifestyle/gente/cristina-pedroche-vuelve-a-dar-la-campanada-e-incendia-las-redes-DM11596555). Aunque de eso que dice la noticia, de “incendiar las redes”, al menos este vecino del mundo, no tiene cerillas, ni encendedores, ya que no fuma, ni es pirómano.
Digamos, que ya que se me incluye en una guerra que no me la he buscado, sino que solo quería hacer una “gracieta”, digamos que a mí me gustaba más el vestido del año pasado por aquello de que era más sugerente, y éste es más “evidente”, de ahí mi comentario recogido ahora por ese periódico. Eso sí, vaya por delante que este vecino del mundo no ha visto, y debe de ser muy, muy bonita, la capa que acompañaba al vestido, y que seguro, o al menos es posible, que me hiciera variar la opinión.
Por lo demás, y esa era la primera intención de mi texto de hoy, desear un Muy Buen Año Nuevo a todos, pese a los pesados políticos de siempre, que viven en mundos “para-lelos”.
En esta época de crisis, y que lo que es peor, no se quiere reconocer ya como tal, un año es una carretera, mala carretera, llena de curvas, y siempre mal señalizada. Esperemos que al final del trayecto, estemos todos otra vez, y siempre con esa misma sonrisa. No nos la pueden, ni deben, quitar.
*FOTO: DE LA RED