En octubre Facebook experimentó un “apagón” que afectó tanto a la red social por excelencia como a sus subsidiarias (Messenger, WhatsApp, Instagram, etc.) generando pérdidas en los sistemas laborales de una gran cantidad de personas. Desconocemos si el “apagón” tuvo que ver con las denuncias contra el corporativo que por esos días se ventilaban o si más bien estuvo relacionado con los cambios que pronto anunciaría el CEO mientras paseaba por un entorno virtual: el renombramiento de su empresa como “Meta” en alusión directa al “metaverso” que a partir de ese momento se propuso encabezar: según el anuncio de Mark, migraremos a la “nueva realidad” tomados de su cálida mano… y comprando sus productos (una copia del video subtitulado aquí).
Ya habíamos visto cómo la evolución de internet —el salto a la “web 2.0”—, que parecía prometer democracia, autogestión, autoproducción y hasta libertad, quedó en manos de corporativos encabezados por Facebook. Hoy aparece un contexto similar mientras transitamos a la “web 3” bajo los términos de Facebook, Instagram o WhatsApp, aunque creamos que estamos participando en el diseño del futuro. Porque además, ese metaverso sobre cuyas carnes comienzan a caer las tarascadas de los corporativos, no es nuevo: ahí están las experiencias de Second Life, con casi dos décadas de vejez, o de Minecraft (aquí uno de muchísimos fansites), donde los y las usuarias amplían territorios virtuales. Ese metaverso que la Facebook transformada quiere encabezar no sólo no es nuevo, sino que arrastra vicios y condiciones de la realidad “real” y a partir de ahí provocará nuevas brechas en un mundo en que el acceso a las tecnologías digitales ni siquiera ha alcanzado a la mitad de la población global. Como dice Montserrat Álvarez en su artículo “Burbuja de soma (contra el zuckerverso)”:
Del asiento somático del alma habló Platón en su Politeia porque incluso un creyente en la superioridad ontológica del mundo inteligible como Platón sabía que lo inmaterial descansa en la materia como su soporte, al menos en este mundo, que, para todos los efectos, es el real, así que el autismo grupal del “mundo feliz” en línea no eliminará —salvo en la fantasía de sus usuarios— las relaciones de clase históricamente constituidas, sino que las articulará —ya lo está haciendo— de un modo aún más perverso en el “siguiente nivel” del capitalismo, nivel espectral que para media humanidad deja fuera de cuadro uno de los polos del viejo y persistente antagonismo capital / trabajo. Las ondas expansivas de la historia seguirán ahí afuera, creciendo, porque no hay Alexa sin infraestructura, no hay Siri sin hacinamiento y precarización en fábricas, no hay inteligencia artificial sin trabajo esclavo ni inmaterialidad sin mano de obra: todo eso seguirá allí aunque dejes de verlo, y que dejes de verlo lo hará más terriblemente real aún, y te hablo en segunda persona porque la mayoría del público de los [podcasts] es, por desgracia, un público de clase media, esa clase eternamente embobada y presa en su burbuja de soma, para usar aquel neologismo acuñado por Huxley en su famoso libro de shakespeariano título que todos conocen y del que nadie aprende.
Mientras tanto, acá en el universo real o NETAVERSO —como le dice Alx Rubio— nos han alcanzado las fiestas de fin de año, así que este podcast se tomará un descanso, se irá de vacaciones #porlalibre, y estará de vuelta en enero de 2022, ¡felices accesos!