En 2005 publicó en la revista Granta un artículo muy ácido sobre los tópicos que corren sobre África y que todos tendemos a repetir una y otra vez.
Se titulaba Cómo escribir sobre África y no tiene desperdicio.
Como algo bueno tenía que tener estar en paro, me he dedicado a traducirlo para que lo podamos tener en español. Yo, por mi parte, me voy aplicando el cuento porque tengo la sensación de que más de una vez he caído en los errores que este texto critica.
Binyavanga Wainaina, 'How to write about Africa'.
Nunca pongas la imagen de un africano de clase media en la portada de tu libro, ni dentro, a no ser que haya ganado un Premio Nobel. Un AK-47, costillas prominentes, pechos desnudos: utiliza éstas. Si tienes que incluir a un africano, asegúrate de que consigues a uno vestido con ropas zulúes o masaís.
En tu texto, trata a África como si fuera un solo país. Hace calor y es polvoriento, lleno de praderas onduladas y enormes manadas de animales junto a gentes altas, delgadas y famélicas.
También puede ser caluroso y húmedo, con gente muy pequeña que come primates. No te enredes con detalles y descripciones precisas. África es grande: 54 países y 900 millones de personas que están demasiado ocupadas pasando hambre, muriendo, guerreando y emigrando para leer tu libro. El continente está lleno de desiertos, junglas, montañas, sabanas y muchas otras cosas, pero a tus lectores no les interesa eso, así que mantén las descripciones románticas, evocadoras y no particularices.
Asegúrate de que muestras cómo los africanos tienen la música y el ritmo profundamente arraigados en sus almas y comen cosas que ningún otro humano come. No menciones el arroz, la ternera y el trigo; el cerebro de mono es el preferido en la cocina africana, junto a la cabra, la serpiente los gusanos, las larvas y todo tipo de carne de caza. En tu texto, asegúrate de demostrar cómo fuiste capaz de comer dicha carne sin estremecerte y, por supuesto, describe cómo aprendiste a apreciarlo. Porque a ti África te importa.
Temas tabú: escenas ordinarias de la vida cotidiana, amor entre africanos (a no ser que esté relacionado con una muerte), referencia a escritores africanos o intelectuales, la mención de niños que van al colegio y que no sufren virus, ni ébola ni mutilación genital femenina.
A lo largo de todo el libro, adopta un tono triste del tipo de ‘yo esperaba tanto’. Deja claro desde el principio que tu liberalismo es impecable y, desde la primerísima página, establece cuánto amas África, cómo estás enamorado del lugar y cómo nunca más podrás vivir sin él. África es el único continente que puedes amar- aprovecha esto.
Si eres un hombre, deja que te envuelva en sus cálidos bosques vírgenes. Si eres una mujer, trata a África como un hombre que viste una chaqueta de camuflaje y desaparece al atardecer. África está ahí para ser objeto de pena, de idolatría o de dominación. Tomes el ángulo que tomes, asegúrate de dejar la fuerte impresión de que sin tu intervención y tu importante libro, África estaría condenada.
Tus personajes africanos deben incluir: guerreros desnudos, sirvientes leales, adivinos, videntes y viejos hombres sabios viviendo en su hermético esplendor. La otra opción es hablar de políticos corruptos, guías de viaje ineptos y polígamos y prostitutas con las que te has acostado.
El Sirviente Leal siempre se comporta como un chiquillo de siete años y necesita una mano firme; se asusta de las serpientes, es bueno con los niños y siempre te envuelve en sus complejos dramas domésticos.
El Anciano Hombre Sabio proviene siempre de una tribu noble (no de tribunos avariciosas como los Gikuyu, los Igbo o los Shona). Tiene ojos llorosos y está cercano a la Madre Tierra.
El africano moderno es un hombre gordo que siempre roba y falsifica visados en la oficina, se niega dar permisos de trabajo a los occidentales cualificados que de verdad se preocupan por África, es un enemigo del desarrollo y siempre utiliza su puesto gubernamental para dificultar el trabajo a los pragmáticos expatriados de buen corazón que quieren poner en marcha ONGs o Áreas de Conservación. O bien es un intelectual educado en Oxford que se ha convertido en un político asesino en serie vestido con trajes de marca. Es un caníbal al que le gusta el champagne y su madre es una médico-hechicera que es quien realmente dirige el país.
Entre los personales no puede faltar la Africana Hambrienta, que vaga por el campo de refugiados prácticamente desnuda y espera la benevolencia de Occidente. Sus hijos tienen moscas alrededor de los ojos y tripas hinchadas. Sus pechos están planos y vacíos. Debe aparecer como una mujer completamente indefensa. No debe tener pasado ni historia; estas pequeñas diversiones arruinan el dramatismo del momento. Los gemidos y las quejas son buenos. Nunca debe contar nada acerca de ella misma, excepto para hablar de su (indescriptible) sufrimiento.
Asegúrate también de incluir una adorable mujer con aspecto maternal que tiene una risa contagiosa y que se preocupa por ti. Simplemente llámala Mama. Sus hijos son todos unos delincuentes.
Estos personajes deben revolotear alrededor de tu héroe principal, sirviendo para su lucimiento personal. Tu héroe puede enseñarles, bañarlos, alimentarlos; lleva a cuestas a montotes de niños y ha visto de cerca la Muerte.
Tu héroe eres tú (si se trata de un reportaje), o una gran celebridad o aristócrata internacional, bella y trágica, que ahora se preocupa por los animales (si se trata de ficción).
Entre los que hacen el papel de malo de los occidentales, incluye a los ministros de los gabinetes Tory, a los afrikáner y a los empleados del Banco Mundial. Cuando hables de la explotación de África por los extranjeros, menciona a los comerciantes chinos e indios. También culpa a Occidente por la situación de África, pero no seas demasiado específico.
Hablar generalizando es bueno. Evita que los personajes africanos se rían o luchen para educar a sus hijos. O mejor, simplemente evita representarlos en circunstancias mundanas. Los personajes africanos deberían ser coloridos, exóticos, más grandes que la vida -pero vacíos por dentro, sin diálogo, sin conflictos o resoluciones en sus historias, sin profundidad o rarezas que confundan la causa.
Describe, en detalle los pechos desnudos (jóvenes, viejos, recientemente violados, grandes, pequeños) o genitales mutilados. O cualquier tipo de genitales. Y cadáveres. O, mejor, cadáveres desnudos. Especialmente, cadáveres desnudos pudriéndose.
Recuerda, cualquier trabajo en el que la gente aparezca mugrienta y miserable será alabado como la ‘Africa real’, y eso es precisamente lo que tú quieres que ponga en contraportada de tu libro. No sientas malestar por esto: estás intentado ayudarles para conseguir ayuda de Occidente. El mayor tabú a la hora de escribir sobre África es describir o mostrar a la gente blanca sufriendo y moribunda.
Los animales, por otra parte, deben ser tratados como caracteres complejos, bien fundamentados. Los animales hablan (o gruñen mientras mueven sus melenas orgullosamente) y tienen nombres, ambiciones y deseos. Además, también tienen valores familiares: mira cómo los leones enseñan a sus hijitos.
Los elefantes son bondadosos y comprensivos, así como buenos feministas o dignos patriarcas. También los gorilas. Nunca, nunca se te ocurra decir nada negativo acerca de un elefante o un gorila. Los elefantes pueden atacar las propiedades de la gente, destrozar sus cosechas e incluso matarlos. Pero tú ponte siempre del lado de los elefantes.
Los gatos grandes tienen acento de colego público. A las hienas les gusta el juego limpio y tienen un cierto acento del Medio Este. Cualquier tipo de africano que vive en la jungla o el desierto deber ser retratado con bueno humor (a no ser, claro, que entre en conflicto con un elefante o un chimpancé, en cuyo caso será el mismísimo diablo).
Después de los activistas célebres y los trabajadores humanitarios, los conservacionistas son la gente más importe de África. No les ofendas. Necesitas que te inviten a su rancho de 30.000 acres -o área de conservación-, y esta es la única manera en la que conseguirás entrevistar al célebre activista.
A menudo, una portada con un heroico conservacionista en ella funciona a las mil maravillas para las ventas. Cualquier blanco bronceado que vista de khaki y que alguna vez en su vida haya tenido un antílope como mascota o una granja es un conservacionista, uno que está preservando la rica herencia africana.
Cuando le entrevistes, nunca le preguntes cuántos fondos tiene; no le preguntes cuándo dinero gana con su reserva y mucho menos cuánto paga a sus empleados.
Los lectores se verán desencantados si no mencionas la luz en África. Y los atardeceres, claro. Los atardeceres son una obligación. En ellos el sol siempre es grande y rojo. Siempre hay un enorme cielo. Los espacios salvajes y enormes son críticos en África- África es la tierra de los Espacios Salvajes y Enormes.
Cuando escribas sobre la difícil situación de la flora y la fauna, asegúrate de mencionar que África está sobrepoblada. En cambio, cuando tu protagonista se encuentre en un desierto o una jungla viviendo con nativos (recuerda, cualquiera que sea bajito), está permitido mencionar que África ha sido severamente despoblada debido a las Guerras y el Sida (usa mayúsculas).
Para ir terminando, siempre necesitarás un club nocturno llamado Tropicana donde mercenarios, diabólicos nuevos ricos africanos, prostitutas, guerrilleros y expatriados salen juntos por las noches.
Por fin, termina siempre tu libro citando a Nelson Mandela diciendo algo acerca de arcoiris y renacimientos. Porque a ti te importa África".
Más sobre el autor: Entrevista al escritor keniata Binyavanga Wainaina, Fundación Sur.