Carlos Garmendia • Bilbao
Hace ya casi 3 años que acabé la carrera, y como es obvio, para ello fue necesario entregar un “proyecto fin de carrera” el cual he decidido compartir hoy aquí con el ánimo de introducir una temática interesante.
Más allá del interés que pueda despertar mi PFC (el cual debería ser poco o ninguno), quiero hablar de su programa, de su función y extrapolarla al mundo de la Arquitectura actual.Tuve la suerte en su día de poder escoger el tipo de proyecto a desarrollar y, buscando uno que me motivara más de la cuenta, decidí diseñar un CRAE (Centro Residencial de Acción Educativa). No me gusta definir este tipo de centros en pocas palabras ya que haciéndolo se obvian muchos matices básicos, pero para que nos entendamos, los CRAE hacen las veces de hogares de aquellos menores que no pueden o no deben continuar viviendo en su situación familiar o social (si alguien se anima, os dejo algún enlace donde la memoria explica más ampliamente sus funciones).
Lámina resúmen PFCMemoria del PFC
Ante un uso de este tipo, existen partes del diseño proyectual que alcanzan mucho más peso que en otro tipo de proyectos y las cuales deben ser tomadas muy en cuenta (en realidad, siempre debería ser así), pequeños matices que en los usuarios pueden suponer mucho y en los cuales los arquitectos debemos estar bien atentos.
Por experiencia os digo que se podría escribir mucho sobre este tema y seguramente en otra ocasión indaguemos más, porque mi intención en este artículo no era tratar este ámbito tan extenso y rico sino centrarme en las “escalas de la Arquitectura”.Las escalas en relación a los niños y niñas que día a día viven, juegan, andan y corren por espacios que no están pensados para ellos, para su tamaño y su físico, que “usan” cosas pensadas para otro tipo de usuarios.Obviamente, el mundo en el que vivimos no da opción más allá de la “standardización” y del aprovechamiento de recursos, pero nos deja pequeños resquicios en casos como guarderías y centros destinados a menores en general.Es nuestro deber como diseñadores pensar en estos casos lo que puede sentir como usuario alguien que vive en un mundo que no está pensado para él e intentar adecuar en la manera de lo posible cada espacio para que el mayor número de personas puedan disfrutar de ellos.Y con esto no me refiero a construir puertas de un metro de altura como alguna tienda que todos conocemos, si no a darle una vuelta más, a “PROYECTAR”, a ser Arquitectos y a tomar decisiones para la gente, para las personas, porque ese es nuestro trabajo.
Y como me he puesto muy serio en estas últimas líneas, voy a terminar con una frase que leí en un libro hace muchos años y que por suerte, decidí apuntar en un cuaderno que todavía hoy guardo:
“Había pasado tanto tiempo desde que las personas mayores fueron niños, y comprendían tan poco y tan mal la simple realidad de las cosas, que a veces le parecía a Santi que había muchísimos hombres que nunca habían sido niños…” El otro árbol de Guernica. Luis de Castresana.
Redactado por Carlos GarmendiaFotografías de Carlos Garmendia