BRAVO. Porque le habéis demostrado al mundo que aunque no tengas la mejor preparación física, los mejores medios, el mejor salario, el mejor staff, al final lo que verdaderamente te hace campeón, lo que marca la diferencia, es el corazón. Y en eso le habéis dado una buena lección a una Selección de Estados Unidos que creyó ganada la eliminatoria antes de saltar a jugar y celebró, no sin cierta dosis de alivio, una ajustada victoria que sólo dos penaltis pudieron otorgarles. De hecho, España deja el pequeño honor también de ser la primera selección que hace un gol ante Estados Unidos en este Mundial. Se impuso la lógica, pero también la valentía de las jugadoras españolas que trataron de tú a tú a la vigente campeona mundial, tratando siempre de generar su propio juego. Y no faltaron ocasiones pero sí un pelín de suerte. Nada que reprochar.
PACIENCIA. Porque crecer implica un plan, una línea maestra que seguir. Ir demasiado rápido puede ser tan malo como avanzar demasiado lento. Ganar a las estadounidenses suponía ser mejores que un país que cuenta con millón y medio de licencias, una estructura interna mucho más trabajada, una base enorme en los círculos universitarios y, en definitiva, de varias décadas de experiencia. Pero también los hechos nos dicen que hace cuatro años España no pudo pasar de la Fase de Grupos (y no conoció la victoria) y esta vez ha caído en octavos y dignamente ante el rival más duro del mundo. Y después de arrinconar a Alemania, número dos del ranking. No se puede pedir más de este torneo. Ahora toca trabajar en la misma línea y afianzar las bases que han llevado a la Selección a este punto. Habrá oportunidad de desquitarse en el futuro.
GRACIAS. Porque vuestro esfuerzo y dedicación es ahora fuente de inspiración para una infinidad de chicas que ven en vosotras el espejo en el que mirarse. Ya no quieren ser Ramos, Iniesta o Torres. Quieren ser Vicky Losada, Nahikari García, Patri Guijarro, Alexia Putellas, Mapi León, Jennifer Hermoso y un largo etcétera. Es el premio a un injusto y tardío reconocimiento que, al menos, viene para quedarse. Más de 60.000 espectadores en el Wanda, decenas de miles de personas en la gradas de San Mamés y Anoeta jornada sí, jornada también, cartel de "No hay billetes" en la final de la Copa de la Reina, clubes punteros que apuestan decididamente por sus secciones femeninas, patrocinadores que invierten cada vez más dinero y cada vez con más decisión. Este tren ya no para. Y que siga así.
LO SIENTO. Porque yo, igual que muchas personas, influidas por un mundo marcadamente machista hasta en los pequeños detalles, no hemos sido capaces de volver la vista al fútbol femenino hasta hace muy poco cuando la realidad es que, enfrente de nuestros ojos teníamos un espectáculo tan bueno o mejor que el de sus homólogos masculinos. Por fortuna la tendencia ha cambiado, muchos hemos cambiado, en el fútbol y en muchas facetas de la vida. Todo el camino recorrido no tendrá que volver a ser andado. Estoy seguro.
ORGULLOSO. Lo ha dicho Jorge Vilda, seleccionador nacional, nada más terminar el partido. Y no le falta razón. Es para estarlo. Él y tod@s. En especial las jugadoras. Ya se sabe aquella frase que reza "el que lo ha dado todo, no está obligado a dar más". Y aquí nadie se ha dejado nada. También tuvo tiempo Vilda de dejar una premonición para el futuro: "El fútbol nos la devolverá".