Esa disyuntiva se la planteaba un personajillo radiofónico cómico que oía en la emisora local en mi ya lejana juventud. La respuesta, algo machista y propia de la época, venía a decir que era porque las mamás hablan más que los papás. No vamos aquí a resaltar la figura central de la madre en la educación de los hijos por obvia. Pero si traer a la discusión que muchas madres, de hecho y en el vasto mundo, la gran mayoría, utilizan más de una lengua en la educación de sus hijos. Esa realidad no es simpre percibida desde algunas instancias pediátricas, especialmente y sin más ánimo que su ubicación geográfica, las mesetarias. No hace mucho y en un encuentro científico al hacer notar el plurilingüismo del estado español, me sorprendí al encontrar manifestaciones de una cierta incredulidad por parte de sesudos y competentes profesionales.
Bueno pues en España hay cuatro lenguas oficiales. Y eso no sólo es normal, sinó que es lo que suele pasar en todas partes: en la mayor parte de los paises hay más de una lengua oficial y, además, en prácticamente todos se hablan más de dos lenguas, sean estas reconocidas como oficiales o no.
El español goza de buen salud pues ahora es la segunda lengua más hablada como primera lengua o lengua nativa del mundo. Está justo por encima del inglés que, sin embargo lo hablan como segunda lengua muchos millones más.
En Cataluña, que es desde donde escribo y donde, por cierto, no hay ningún problema lingüísico digan lo que digan algunos políticos vociferantes y sus corifeos mediáticos, acaban de publicar que la tercera lengua más hablada es, mira por donde, el amazic o tamazic, la lengua del numeroso contingente de norteafricanos que han emigrado a Cataluña en la última década. Y el gobierno (la Generalitat) ha publicado y mantiene en la Internet un diccionario amazic-català con dibujos e iconos para facilitar la comprensión de los más pequeños.
Más práctico resulta al incorporarlo a la consulta de atención Primaria que un hasta ahora disponble diccionario árabe porque, para bien o para mal, la mayoría de los norteafricanos que viven en las zonas donde trabajamos saben el mismo árabe que yo: o sea, nada.
En nuestro hospital, el departamento de Comercio y Turismo paga durante la temporada turística un intérprete de ruso, porque rusos son muchos de los veraneantes que nos visitan.
Bueno, pues eso. Que hablando se entiende la gente y que la metáfora bíblica de Babel se refería a una confusión de ideas, no de lenguas.
X. Allué (editor)