Revista Diario

Porque me hace feliz

Por 1maternidad_diferente
Porque me hace feliz El otro día hablaba con una amiga sobre esos errores de los que nos arrepentimos en nuestro camino en la maternidad. De las cosas que hacemos mal y que nos entristece o apena recordar a posteriori. Una de mis preocupaciones en este sentido es que yo no coleché con Darío. Ni me lo planteaba como una opción, habíamos comprado una estupenda cuna y teníamos una minicuna prestada y yo ni siquiera sabía que existía la palabra colecho.
Cuando me quedé embarazada de Diana ya sabía lo que era el colecho, pero yo pensaba que eso no era para mí, que no iba a ser capaz de dormir por las noches teniéndola a mi lado. Y ahí andaba yo, con mi mecedora para darle el pecho en nuestra habitación y con mi marido haciendo surco en el salón paseando para dormirla después de la toma...
Hasta una noche en la que, de puro agotamiento, pesqué a la enana de la minicuna, la metí en la cama conmigo, la enchufé la teta y ahí seguimos durmiendo las dos tan a gusto. Fue entonces cuando descubrí las verdaderas ventajas del colecho, ya que dormir con mi hija me permitió aumentar mis horas de sueño y vivir las tomas nocturnas de una manera muy diferente.
A día de hoy Diana tiene más de tres años y sigue durmiendo con nosotros... Y Darío también, que cuando descubrió lo a gustito que se estaba con mamá y papá decidió recuperar el tiempo perdido. Pero no lo hacemos por las razones que se dan normalmente:
  • No colechamos porque nos permita mantener la lactancia materna. Diana sigue haciendo alguna toma noctura pasajera, pero suele dormir toda la noche del tirón.
  • No colechamos porque el coleche prevenga la muerte súbita del lactante (es un efecto indirecto ya que es una practica que fomenta la lactancia materna y esta, a su vez, es un factor protector frente al SMSL).
  • No colechamos porque lo recomiende el Ministerio de Sandidad (¡¡Estaría bueno!!).
  • No colechamos porque es la  mejor manera de dormir a gusto niños y adultos por igual en casa.
  • No colechamos para acostumbrar a nuestros hijos a dormir acompañados y así el día que tengan pareja, no lo manden a otra habitación.
No. Colechamos porque no hay despertares más bonitos que los que me regala mi hija por las mañanas, cuando abro los ojos y veo su carita a unos pocos centímetros de la mía, con sus hermosos ojos abiertos mirándome y con su cara iluminándose con una sonrisa cuando se da cuenta de que estoy despierta.
Colechamos porque después de este magnífico despertar, nos regalamos las dos con una sesión de abrazos y besos, caricias y arrumacos, que le alegran el día a cualquiera.
Colechamos porque, como madre, sigo disfrutando del momento en que mis niños se duermen en brazos. No hay sensación más gratificante como madre que saber que tu regazo tiene propiedades calmantes y relajantes supranaturales.
Colechamos porque dormir juntos nos hace felices.

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