La democracia mexicana está sufriendo de una crisis profunda, no sólo por la falta de credibilidad o su alto costo para los ciudadanos, sino también porque tenemos un sistema político que se sustenta bajo algunas reglas que son absurdas desde la reforma electoral de 2007 en la que se prohibió la contratación de parte de los partidos políticos la contratación de tiempos de radio y televisión.
Primeramente el sistema ha saturado a los electores con millones de spots en radio y televisión, tiempos que son gratuitos para los partidos políticos, simplemente en el proceso electoral federal de 2015 los partidos utilizaron 9 millones y medio de spots en radio y televisión, esto aunque los partidos se repartieron el presupuesto público más alto de su historia en 2015 con $5,336 millones de pesos.
Otro síntoma que es preocupante sobre la enfermedad que tiene nuestra democracia es el alto flujo de dinero en efectivo que se mueve en el mercado mexicano durante periodos electorales, al respecto el periodista Héctor Aguilar Camín señala lo siguiente: “En las dos últimas elecciones federales, el uso de efectivo ha crecido desorbitádamente. En el año 2012, refiere Integralia, el flujo aumentó 37 mil millones de pesos, un 5 por ciento de aumento respecto del año anterior. En el año de elecciones federales intermedias de 2015, el flujo de efectivo creció casi 29 mil millones de pesos“. Estas grandes masas de dinero no se facturan y por ende no se reportan al INE como gastos de campaña, este dinero pues, llega como prebendas a potenciales electores y afecta el modelo de comunicación política dado a que se gasta por debajo del agua en entrevistas o como propaganda política mediante notas periodísticas disfrazadas. Prohibir la contratación a los partidos políticos desde 2007 ha creado una especie de mercado negro en la publicidad política.
Nuestro modelo de comunicación ha sido rebasado, la reforma electoral buscaba: “generar contiendas electorales más equitativas“. Pero lo único que ha generado es una sobrerregulación de las reglas en las elecciones, el INE sanciona a los medios ante la ausencia al aire de un spot y un candidato que busca abiertamente un puesto en una elección no lo puede manifestar porque es un acto anticipado de campaña (aunque todos sepamos cual es su intención), tenemos pues, un sistema donde los líderes de los partidos pueden apropiarse de los spots para promover su imagen a costa del resto de sus militantes, un modelo de comunicación democrático que no genera espacios de debate abiertos en los medios entre las figuras políticas, porque el sistema está hecho para sancionar y no para abonar al debate político en favor de las personas de a pie.
¿Por que seguimos con las misma reglas absurdas? ¿No sería hora de replantearnos una nueva reforma política que no sature con millones de spots a los electores, que verdaderamente le abone riqueza al debate político, que desregule las reglas en las elecciones y que no genere mercados negros? ¿Si el INE ya tiene toda una estructura de monitoreo de medios porque no cuantificar el costo de cada spot o entrevista que se pase y se lo resta al presupuesto de los partidos? Podría ser una medida que transparente verdaderamente el tiempo al aire de los políticos y que al mismo tiempo reduzca el costo de nuestra democracia.
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