Isabel Allende en 2004
Reconozco que no fue un tropiezo casual, llevaba tiempo rondándola. Tampoco fue el encuentro soñado, no fue así como había planeado que sucediera. Pero el caso es que sucedió, pasé con ella unos días y a partir de ahí empezamos a citarnos periódicamente. Me reconozco un poco picaflor en cuestión de escritores. Me gusta probar de todos. Tampoco creo que haga daño a nadie, es más, creo que así valoro más lo que cada uno me da. Y no penséis que soy infiel, para nada, cuando estoy con uno estoy sólo con él, y además, aunque tardemos luego en encontrarnos o incluso aunque no nos volvamos a ver, siempre soy leal y agradecida. Así que ya veis, yo misma estaba sorprendida de mi constancia con ella. Pero me gustaba, sí, me gustaba demasiado como para abandonarla.
Os contaré cómo era nuestra relación. Ella me hablaba y yo la escuchaba. Ella me contaba cosas y yo me dejaba regalar los oídos. Me dejaba imaginar otros mundos, me dejaba sentir otra piel, me dejaba alimentar el alma. No todo el tiempo que compartimos fue igual de intenso, pero tuvimos momentos gloriosos, envidiablemente hermosos. Grabado está en mi memoria como al recordar la muerte de su hija Paula empezó a contarme su historia. No la de su hija, no, sino la suya propia. Pocos instantes hay así en la vida de tan sublime comunión entre dos personas. Dejamos de ser escritora y lectora y nos convertimos en una sola. En esos momentos dejé de ser yo, para como dice el título de esta entrada, ser Isabel Allende.
Portada de la primera edición de Paula
De repente un día enmudeció, ya no tenía más que contarme, y tácitamente acordamos postergar nuestros encuentros (sí, me había leído todo lo que hasta la fecha tenía publicado, qué podía hacer). Tiempo después volví a saber de ella y no dudé en acudir a su encuentro. Pero... no sé... ya no era lo mismo. Ella había cambiado, o yo me había enfriado, o qué sé yo. Comenzó así la historia de nuestro desamor. No fue traumática, no hubo reproches, fue más bien una deserción mutua. Tampoco puede hablarse de una ruptura definitiva. Cada vez que estaba de vuelta volvíamos a reunirnos, como dos viejas amigas que se entienden sin hablarse y están cómodas en el silencio. Sin embargo, cada vez me costaba más acudir a su llamada. Lo reconozco, sí, ya no era yo quien la buscaba. Ya no me llenaba estar con ella, si lo intentaba una y otra vez y en cada ocasión con más desidia, era sólo como un homenaje a lo que un día fuimos, a lo que un día significó para mí y, por qué no decirlo, por un intento egoísta y pueril de reconocer en esos fugaces encuentros un poquito de lo que una vez vi en ella. Luego pasaba para mí al olvido, sin arrepentimiento siquiera, pero aún así vuelvo y vuelvo a ella como si fuera una condena, porque sé que ya no tiene más que darme y secretamente también sé, que aunque tuviera de vuelta ante mis ojos a la Isabel Allende de entonces tal vez tampoco la reconocería, pues he de admitir que no es ella la única que ha cambiado a lo largo de los años.Hoy, 23 de abril, es un día muy especial (no, no es nuestro aniversario) Hoy es algo así como el día de los enamorados para los lectores. Cuando Carmen Forján del blog Carmen y amig@s nos convocó a los miembros del grupo Tarro-libros 2015 para una nueva iniciativa relacionada con esta fecha tuve muy clara cuál sería mi elección. No puedo hablar de libros sin hablar de Isabel Allende. No puedo hablar de lo que significan para mí sin acordarme de ella. No podía dedicarle mi entrada a nadie más. Se lo debía. Hace poco me enteré de que en breve saldrá al mercado una nueva novela suya. ¿Sabéis qué? Tal vez no la lea. Hoy concluyo definitivamente mi cumplido deber para con ella, hoy he saldado mi deuda. Así, sin pesar, sin remordimientos, queriéndola ya para siempre en la distancia, y deseándole por supuesto lo mejor. Este es mi regalo para ella. Gracias por todo, Isabel Allende.
Isabel Allende en 1973
El anterior debería haber sido el punto final de esta publicación. Dada la propensión que tengo (no sé si siempre acertada) a recurrir a citas, lo suyo sería terminarla con una de la escritora chilena. No será así. Cuando esta entrada aún no existía más que en mi cabeza me encontré en el libro que estaba leyendo en ese momento, así, como escrito para mí, con un puñado de frases que me golpearon inesperadamente. Me maravillaron como muchas otras del libro en cuestión pero a la vez fueron como un chorro de agua fría, por comprender exactamente todo lo que yo quería contaros aquí pero mucho mejor expresado. Reconozco que me amilané un poco ante la perspectiva de escribir esta entrada, pero en fin, aquí está mi aportación a la iniciativa. Son pues ellas las elegidas para cerrar este post. Son la representación del estado actual de mi camino lector en el que tanta importancia tuvo mi querida y admirada Isabel Allende. Me despido de todos vosotros con este pequeño fragmento de "El balcón en invierno" de Luis Landero. Feliz día del libro.
"Como en la historia de nuestros amores, puede ocurrir que el anhelo de ayer no nos inspire ya otra cosa que un poco de nostalgia, de tristeza por algo que en su día fue intenso y aspiraba a ser definitivo, y que al cabo solo nos dejó el testimonio hiriente del tiempo que se fue, y la alegría maltrecha de un entonces que a pesar de todo, se obstina aún en palpitar. En los libros leídos está la sombra, el rastro de lo que fuimos, los diversos bocetos de nuestro aprendizaje estético y de nuestra evolución vital, los vestigios de ciertos afanes que un día nos conmovieron y que luego, tras ser devastados por el tiempo, con los materiales de sus ruinas construimos nuestro modo de ser y de sentir, y lo más valioso y secreto de nuestro bagaje cultural."
'Porque somos lo que leemos...': una iniciativa de Tarro-libros 2015 para el día del libro
Esta entrada forma parte de una iniciativa conjunta del grupo Tarro-libros 2015 del que ya os he hablado en otras ocasiones. Somos varios los miembros que nos hemos sumado a ella. Cada uno de nosotros hemos escogido un libro, personaje o autor que nos haya marcado especialmente y al que queramos homenajear. Carmen Forján publicará una entrada en su blog Carmen y amig@s con la recopilación de todas nuestras publicaciones. En cuanto esté lista me paso a dejaros el enlace. Mientras tanto podéis cotillear un poco aquí.La reseña que habitualmente publico los viernes está semana queda aplazada hasta el próximo lunes 27. Casualmente se trata de "El balcón en invierno" de Luis Landero, así que no os la perdáis. Os espero.