Cuando llegamos a casa cargadas de bártulos, - el bolso, las compras, la correspondencia recogida del buzón, las llaves….- nuestro mayor deseo es soltarlo todo de golpe y despojarnos de tanto lastre… Cada una tiene en su entrada una disposición a propósito para tal efecto, una más ordenada que la otra, con una buena cómoda sobre cuyo sobre viene a parar todo lo mencionado…, y una bonita butaca roja, más acorde para arribar las pertenencias. Lo que sí tenemos ambas es un artilugio que ha perdido su sentido original… Ya no recibimos cartas manuscritas que almacenar en nuestros porta cartas. Ahora los llenamos de facturas, citas médicas, panfletos con las ofertas del supermercado, tickets de compras, catálogos de esa multinacional sueca que tanto nos gusta, e incluso esas tarjetas de visitas que ya no nos caben en la cartera. Son nuestro refugio más preciado donde hallamos cualquier “papelajo” que, en un momento dado, necesitamos imperiosamente. Por ello, y aunque hayan perdido su función principal, no dejamos de darle su sitio en nuestros hogares. ¡Que vivan los porta cartas!
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Y vosotr@s.... ¿le dáis uso a estos bonitos chismes? ¿Qué almacenáis en ellos? ¡Contadnos!