No deja de ser curioso de qué forma los que nos precedieron llevaron el escudo en la camiseta. Los “sportmen”, aquellos pioneros que comenzaron a pegar patadas a un trozo de cuero en España, ser elegantes y practicar el “sport” era todo un uno. Incluso llevar pajarita o corbata mientras se jugaba, era considerado normal, aún yendo en paños menores.
El escudo era complemento de esa elegancia, bordado finamente en la misma camisa blanca. No era algo exterior que se cosía o pegaba, era bordado en el mismo tejido por manos primorosas y expertas. Nos referimos al primer escudo del Sevilla FC.
Con el paso del tiempo, aquel uniforme escandaloso para las damas de principios del siglo XX, comenzó a ser habitual. A principios de los años 20, el nuevo escudo diseñado por Pablo Rodríguez Blanco se inauguró en un partido frente al equipo portugués Casa Pía. Seguía portándose con elegancia, siempre al lado izquierdo, pero ya no era algo que pudiese bordarse directamente, la camisa comenzaba a ser sustituida por camisetas.
Era algo que se cuidaba. Formaba parte aún de ese ritual del que hablamos, un orgullo que portar en el pecho. Esto continuaría siendo así, en cuanto al sentimiento en la mayoría de las ocasiones para los futbolistas, encargados del cuidado de las prendas deportivas, de su lavado y todo lo que requiriese, pero no tanto en cuanto a los encargados del diseño, que comenzarían a despreocuparse.
Entrados en los años 60, comprobamos que se pierde la esencia al comenzar a aparecer las marcas deportivas, que se encargan de realizar la manufactura de los escudos. Si no plasman el escudo tal cual, cualquier cosa parecida les valía.
Observamos que cualquier parecido con las SFC entrelazadas era pura coincidencia, pero lo peor estaba por llegar. Sería en los años 70 cuando llegaría el despendole de las marcas comerciales y, por supuesto, la institución sevillista que lo permitiría. Eran días de zozobra, coincidiendo con los peores del Sevilla FC.
Algo verdaderamente lamentable como podemos comprobar. Ni tan siquiera el balón era esférico. La desproporción en las formas, incluso en la simetría, era manifiestamente espeluznante. Pero aún hay más, la cosa no mejoraría, sino todo lo contrario.
Con las camisetas Adidas se llegó al culmen del “contradiseño”, incluso se osa cambiar el escudo a la derecha. El Rey San Fernando y los santos son cualquier cosa menos eso, ponen le balón donde les da la gana. Las barras pasan de ser once a nueve. Tan solo nos queda el consuelo de que el “cangrejo”, al menos, era rojo.
A veces el cuidado debía ser fundamental. Una camiseta puede lavarse muchas veces y el escudo va estropeándose, por lo que hay que ir sustituyéndolo, pero nada. Total, si los veríamos de lejos y la tele no se fijaba en esas mariconadas.
Alguien debió llamarle la atención a alguien. Le diría algo como “illo, déjate ir”, poco más, y parece que la siguiente temporada algo cambiaron, pero no se vayan a creer que se esmerarían mucho, no, y si lo hicieron fue para “innovar” los muy cernícalos.
Con todos ustedes el escudo modelo “Murciégalo”:
A la derecha de nuevo. Por lo menos esta vez se dieron cuenta de que eran once barras y no nueve. Dicho sea de paso, es la marca que consiguió que no apodasen “palanganas”, por la línea roja en cuello y bocamangas, asemejándose a las palanganas de la época. Al menos algo bueno hicieron.
Afortunadamente tocamos fondo y la cosa no iría a peor. Peor era imposible, ya solo nos quedaba mejorar, pero no se crean que no se volverían a cometer pifias. A finales de los ochenta y principios de la década siguiente, seguramente en una borrachera de las que hacen época, el diseñador nos muestra este modelo sicodélico.
Modelo “ojo cagado”, donde podemos observar cómo los cuarteles superiores los rellena de rojo y la parte superior la deja en blanco. Vaya, al revés. Al menos vuelve a la izquierda, pero vamos mejorando aún así. La misma marca, se conjuró para que al año siguiente, por fin, nuestro escudo se pareciese a él mismo todo lo posible:
Así, achaparradito él, pero es otra cosa. Alguno nos presentarían el escudo serigrafiado del tirón, el mínimo esfuerzo y en monocromo todo él.
Y fijaros que dibujado el escudo sería más fácil, pero no, cualquier parecido con el escudo de la ciudad y las SFC entrelazadas, son pura coincidencia. Nueve barras de nuevo. Eso sí, la forma y el contorno perfectos, quede claro. La foto es en blanco y negro, pero el escudo era enterito rojo.
Ya parece que en los años 90 surge una preocupación con unos mínimos adecuados por estas cosas de la imagen, el escudo sería el que debía ser con unas proporciones más o menos adecuadas.
Ya solo dependería de la calidad de los bordados de la marca. Unos mejores y otros peores. Joma precisamente no era muy especialista en los bordados, dicho sea de paso.
Con el tiempo mejoraría.
Ya sabemos que hemos mejorado mucho en los últimos años en estas cuestiones de imagen. Quizás lo que nos queda es perfeccionarlo al máximo, pero es como debe ser, vistos los tiempos que corren.
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