Superar la experiencia generacional y casi mística que supuso el visionado de Posesión Infernal en mi cándida niñez es prácticamente imposible. La película de Sam Raimi (en aquellos años no tenía yo el gusto de saber quién era este señor) se exhibía (ilegalmente) en repetidas e incansables ocasiones en el video comunitario de mi barrio, y el boca a boca hizo que se convirtiera en la película más terrorífica de la historia para ese microcosmos de menores que jugaban en la calle intercambiando cromos de monstruos y fantasmas. ¡Ponen otra vez Posesión Infernal ! ¿Quién se atreve a verla?
Queda claro pues, que la nueva versión del clásico ochentero poco o nada tiene que hacer en esta enfervorizada lucha demoníaca. Pero una vez asumido este hándicap con el que tendrá que cargar la nueva Evil Dead por los siglos de los siglos, y tras visionarla sin prejuicios ni recelos, solo puedo decir que es un disfrute mayúsculo. Más aun cuando sabemos que Fede Álvarez, el director, cuenta con la bendición de Raimi y Bruce Campbell, y que se enfrenta al material con arrojo, ganas y litros y litros de sangre.
Ahora sí, donde la película de Raimi era sucia y barata (acercando más aun la experiencia terrorífica al espectador), la de Álvarez es estilizada y adolece de cierta homogeneización formal en los remakes de los últimos tiempos. Donde los actores de la original tenían ese punto de carisma del raro de la clase (también conocida como mis amigos hacen de actores) ahora parecen sacados de ese catálogo de intérpretes-modelos bellos e intercambiables y sin ningún magnetismo. Pero no se preocupen, dejen que la película avance, dejen que se les meta el diablo dentro.
Porque aquí está la sorpresa de esta per-versión. Siendo consciente de que esta Posesión Infernal no se convertirá en una película de culto videoclubera, y que poco o nada puede hacer para innovar, Fede Álvarez parece proponerse pasarlo bien haciéndolo pasar muy mal. Sus armas son el gore, las vísceras, las mutilaciones, el asquito, el mal rollo extremo y por supuesto ¡una sierra mecánica! Pocas risas (adiós al humor ¿involuntario? que nos causaban esas demonios un poco travestís de la original) pero mucho plasma sanguíneo. Asombra que una producción masiva hollywoodiense apueste tan abiertamente por el terror más puramente cruento y hemoglobínico.
En este jugar con pequeños elementos del clásico que conocen a la perfección toda una legión de fans (el collar, el espejo, el bosque, el libro) el director uruguayo se permite ciertas licencias (gracias a dios) que agilizan la narración (ya no hay cintas que cuentan el pasado macabro de la cabaña) y se da el gusto de crear secuencias inolvidables para los escritos del cine de terror (ese desenlace extenuante bajo una lluvia de mil demonios) que la convierten en digna heredera de mi película favorita de terror trash. Posesión Infernal 2013 no inquieta, no da miedo (ya no somos esos niños impresionables) pero entretiene, divierte, mantiene en vilo y salpica que da gusto.