(Fuente: UEFA)
Este sábado nos reunimos varios amigos en casa para ver la final de la Champions League, desde el fabuloso estadio de Wembley. Y maravillosamente retransmitido por TVE HD en alta definición.
Y la verdad es que fue un partidazo, donde especialmente el Barça manifestó los mejores aromas del estilo de juego que le ha llevado a donde está hoy. Por el momento, muy posiblemente, el mejor equipo del mundo. Y todavía arrastro la resaca del champán que descorchamos al final.
El Manchester United salió al campo con intención de arrasar y conseguir un gol que le diera ventaja, cuanto antes. Pero tras unos minutos de agobio, no le quedó más remedio que ceder a la evidente superioridad del Barça, que acabó ganando la Final por 3-1 (goles de Pedro, Messi y Villa; gol de Rooney para el ManU).
Y el capitán (un improvisado Abidal, como homenaje generoso de Puyol y el resto del equipo por su reciente paso por el quirófano, para extirparle un tumor en el hígado) alzó la orejuda, la Copa de la UEFA Champions League. Con todo merecimiento, creo yo.
Esta tarde de domingo, Barcelona debe estar sumida en la catarsis de la rúa del equipo por toda la ciudad, con fin de fiestas en el Camp Nou.
Sir Alex Ferguson (más de 25 años al frente del Manchester United) ha dejado dos titulares: Creo que es el mejor equipo que he visto nunca; Nunca nadie nos había dado una paliza así. Algo sabrá sir Alex de fútbol. Y decir eso después de perder la Final, le honra como un gran profesional. El FC Barcelona lleva ya bastantes años construyendo, por una parte, un juego bonito y efectivo, basado en la posesión y el control del balón, al que el rival se cansa de perseguir. Un juego que tiene varios peones fundamentales en el centro del campo, allí donde se genera el juego de ataque, allí donde se anticipa una pequeña ventaja para el delantero, si se le hace llegar un balón en condiciones. Hacérselo llegar a un Pedro, a un Villa o a un Messi es la labor excelente de los Xavi, Iniesta o Busquets.
Pero, además, el Barça ha sabido cultivar un estilo de equipo, una solidaridad y una convicción tan total en el juego que saben y deben hacer, que incluso cambiando jugadores, el nivel de juego prácticamente se mantiene en sus elevados estándares. Y también un sentido deportivo que hace que a todo el mundo (salvo a sus acérrimos enemigos, por supuesto) les guste el Barça. Porque a su entrenador Guardiola no le gustan los grandes titulares, ni las polémicas inacabables; y siempre manifiesta en sus palabras el respeto por sus contrarios (excelentes o modestos). Y porque sus jugadores estrella hacen gala permanentemente de una humildad a la que no estamos acostumbrados en jugadores de ese nivel.
La Masía, como escuela de futbolistas del Barça, tiene mucho que ver en eso. Se ha inculcado en todos los jugadores un cierto espíritu de familia. En el equipo que ayer ganó la Champions, al menos la mitad de los jugadores provienen de La Masía. Incluso Messi, siendo argentino, el Barça lo integró en La Masía a los trece años, y ha crecido como futbolista en ese marco protector que imprime carácter.
Francamente, me parece que los éxitos que está cosechando el equipo estos últimos años son la justa recompensa a una labor callada de muchos años, con visión de futuro. Es imposible construir un equipo como este Barça solamente a golpe de chequera y exigiendo resultados inmediatos.
Viviendo en Madrid, es normal que tenga muchos amigos que son hinchas, en mayor o menor medida, con mayor o menor intensidad, del Real Madrid. La breve temporada de clásicos de este año (hasta cuatro partidos entre los dos equipos en sólo tres semanas) les ha hecho mucho daño, y siguen sangrando por la herida. A pesar de haber ganado la final de la Copa del Rey al Barça (1-0 en Mestalla), o haber empatado a uno en el correspondiente partido de Liga en el Bernabeu, la eliminación de la Champions en semifinales fue una desilusión demasiado importante como para poderla digerir.
Parece cierto que las organizaciones futbolísticas y futboleras (especialmente la Federación del villarato y la UEFA) en los últimos años están siendo algo más condescendientes con el Barça que con el Real Madrid (que es lo único que les importa a los madridistas). El motivo para que las cosas se desarrollen así habría que buscarlo en varios frentes. Por una parte, estos organismos siempre tienen una cierta tendencia a sobreproteger al mejor. Porque los campeones siempre mueven, generan o hacen generar más dinero. Y seguramente también porque las últimas directivas del FC Barcelona han tenido una habilidad superior en infiltrarse en estos organismos. Y seguramente también porque el estilo de equipo que ha construido el Barça sea más próximo a los modelos deportivos que deberían vehicular y estimular esas organizaciones.
Todo ello lleva a los aficionados a las teorías conspirativas a constatar una cierta realidad en el comportamiento habitual de los árbitros. Conscientes de esta relativa preferencia por parte de los organismos que les pagan, aplicarían habitualmente la teoría del in dubbio, pro Barça. La política de supervivencia de no morder la mano que te da de comer.
No voy a bucear en esos pozos habitualmente llenos de intereses más que de afán deportivo, en esas organizaciones siempre presuntamente mafiosas, que manejan muchísimo dinero y practican una transparencia de funcionamiento y una democracia interna prácticamente nulas. Mi amigo Ansgar ya lo hace abundantemente en los últimos tiempos. Por ejemplo, haciendo referencia a un vídeo del director del períodico deportivo As (Alfredo Relaño) donde cuenta algunos hechos significativos de esta etapa de villarato (por Ángel María Villar, presidente, parecería que perpetuo, de la Federación Española de Fútbol) que abonan esta teoría.
Seguro que hay mucho de verdad tras esta asunción de que el FC Barcelona estaría caminando sobre una alfombra roja. Pero les aconsejo desde aquí a todos los madridistas que abandonen la nostalgia, que dejen atrás la autocompasión, e inicien la más sana autocrítica.
Si bien es cierto que en los dos partidos de semifinales de la Champions (entre el Madrid y el Barça), hubo alguna decisión arbitral dudosa, que favoreció posiblemente al Barça, también es cierto que eso no alteró sensiblemente el signo de la eliminatoria. En mi opinión, el Real Madrid sabe jugar mejor de lo que lo hizo en esos dos partidos. Pero, por lo que se vio en el campo, el Barça ha sido el justo finalista de la Champions. Al final del primer partido, Mourinho tiró a la basura la eliminatoria, con sus extemporáneas y airadas manifestaciones, fruto de la frustración.
En cuanto a esas organizaciones siempre oscuras, nada democráticas y opacas, cámbiense si se puede, fuérzese su apertura, consígase que sean mucho más transparentes y demás. Y si no se puede, flaco favor le hacen a su equipo las denuncias desabridas de Mourinho. A esa clase de monstruos (Federación, UEFA) no queda más remedio que ofrecerles los sacrificios que toque durante el solsticio. Hasta que las cambiemos o nos deshagamos de ella. El Real Moudrid ha hecho, por otra parte, una campaña excelente. Hubiera sido el Campeón de Liga si no existiera este Barça, pero dejó al siguiente a muchos puntos de distancia. Ganó la Copa del Rey. Y una final en Wembley entre el Barça y el Real Madrid hubiera sido, sin ninguna duda, un espectáculo que no olvidaríamos en mucho tiempo. Pero no podía ser y no fue. Basta ya, por favor, de ensombrecer una realidad que está más allá de esas pequeñeces. Hoy por hoy, muy probablemente, el Barça es el mejor equipo del mundo.
Este sábado lo demostró de nuevo. JMBA