Cuando nos anuncian un videojuego, existen varios recursos para llamar nuestra atención. Hablando de tramas y obviando el habitual “Tío superchungo en guerra superchunga donde vas y te lías con alguna chunga”, aparecen esos juegos con matrimonios entre temas tan a priori inconexos como ver a Punsets anunciando pan con doble horneado.
Kingdom Hearts es un hito en la historia de estas extrañas uniones, todo un golpe de efecto ¿Personajes Disney y Finalfantasieros? ¿Qué puede fallar? ¿Quizás un porrón de secuelas y precuelas insulsas que podrían meterse por el cul..? La fusión tan estrambótica consiguió que todo el mundo supiera de la existencia del juego, del, quizás, último gran juego mágico de Squaresoft (Sí, Squaresoft, ahora es otra cosa menos bonita) y en su anuncio se encuentra la fuerza de estos casamientos: llamar la atención y generar curiosidad “¿¡Cómo va el pato Donald a lanzar Firaga?! Ah, mira”
Estas uniones suelen intentar reunir a algo del pasado con un tema exitoso del presente en una fusión tan chocante como las Danet con clavos. Valores que ahora están de moda con viejas glorias que siempre estarán presentes en nuestros corazoncitos
_¡A hostiarse!
Desde que apareció Street Fighter II en los salones recreativos de medio mundo, los barrios se llenaron de sueños eróticos (heterosexuales, que ya veo venir a Zinian) en los que Ryu y Ken se partían la cara con personajes de otros títulos de lucha, por fortuna, sólo hicieron falta un par de acuerdos para que algo tan loco como Sagat se juegue los cuartos con Kyo de King of Fighters o Frank West se enfrente al Comando G (¿Por qué no con Chicho Terremoto? ¡¿Por qué?!). Por suerte, la mayoría de estas producciones contaron con una calidad fuera de toda duda pese a ser títulos eminentemente comerciales con una misión clara: que los usuarios de un juego se interesasen por el otro.
Como abanderado de estos juegos nos encontramos con Marvel vs Capcom 3, que ha unido dos continentes y ayudado a la Marvel a enamorar a los japos, algo que ha generado productos que han favorecido a ambas marcas. Dos nombres propios que además han demostrado el gran atractivo que tienen como marca en sí. (Lo que Capcom toca de oro se vuelve)
_Mundos distintos, reglas distintas
Marvel vs Capcom 3 es un ejemplo de buen hacer en los crossovers; y ya no lo digo porque mole más o menos sino porque se presenta una máxima que siempre debería respetarse y es proteger la esencia de los mundos que fusionas. Si alguien vuela en su serie original, debería seguir volando cuando se le pide prestado para un juego porque en caso contrario lo único que estás utilizando es su cara; venderás, pero no estás empleando los ingredientes correctos para hacer bien la mezcla.
El caso más terrible de esto llega por un crossover que todos pedimos desde la época de los 16 bits. ¿Sonic y Mario unidos en un mismo juego? ¿Por qué no? Pues porque si no te vas a currar un título donde la velocidad de uno y la “fontanereidad” (¿qué característica tiene Mario?) del otro guarden un equilibrio y desde ahí salga el juego… pues no hagas nada. Mario y Sonic en los juegos olímpicos era un grupo de “skins” sin personalidad sin nada de Mario y sin nada de Sonic. Lo peor es que, al ver este título, uno empieza a pensar que algún día podrá ver un crossover en condiciones pero SEGA se apresura en romper nuestras ilusiones.
“No esperéis un crossover de Mario y Sonic fuera de las Olimpiadas”
fuente: wildgames.es
Pues si me vas a poner cachondo, SEGA, luego no te rajes en el último segundo. Por fortuna, Super Smash Brawl se aprovechó del renacimiento (si a eso se le puede llamar renacer) del erizo en Wii y nos presentó el combate siempre soñado entre las dos mascotas… pero no dejaba de ser una anécdota
Todo esto llega por lo dicho, por las reglas distintas que se dan entre mundos distintos. En un juego de lucha, donde Sonic no puede echar a correr, todavía puede quedar algo chulo, pero si nos vamos al anime, por mucho que se quiera ver pelear a Naruto y a Gokuh… ¿de qué nos sirve si Kakarot no puede destrozar La Tierra? Naruto, por muy jinchuriki que sea, no tiene los huevos para cargarse una galaxia; con lo que acaban quedando jueguitos que no son más que gracietas insulsas; como en Sonic y Mario y los juegos olímpicos, los personajes pierden su identidad y se someten a las normas del juego, pierden sus señas características y quedan cosas raras.
_En busca de la sorpresa
Uno no sabe muy bien por qué, los zombis lo han petado. Han dado más la brasa que vampiros, hombres lobos y monstruos marinos juntos. Sabiendo esto, no pocas han sido las compañías que han aprovechado para fusionar su idea de concepto y añadirle estas adorables criaturillas tragasesos ¿La inclusión de un modo de zombies en cualquier puto juego? ¿Zombies contra plantas? ¡¿Colegialas, espadas y zombies?! ¿¿Por qué no?? Es como si Capcom hubiera despedido a los zombies que tenía en nómina tras Resident Evil 4 y estos se hubieran apresurado a meterse en todo juego habido y por haber.
Aprovechando su carácter de serie B y sus características de masa destructible, el monstruo presenta una terrible facilidad para ser incluido en el género más famoso de esta generación: los shooter. Cosas casi humanas para destruir sin que nadie se lleve las manos a la cabeza. Son los nuevos ninja, hace unos cinco años, los ninjas eran los grandes reclamos para meter a calzador, ahora son los zombies; aunque, gracias a dios, su presencia va bajando.
_Mezcla de géneros
Aunque el crossover definitivo, quizás el menos obvio, es el que se da entre géneros: plataformas y rpg, acción y rpg ¿pero y “J” y “RPG”? … va tocando, va tocando. La amalgama de elementos de uno y otro lado pueden funcionar más o menos, sin duda, son el caldo de cultivo para intentar crear algo nuevo con la unión. De todas formas, les sucede como esos crossover en los que se juntan personajes que, o te piensas bien bien su interacción, o acaba quedando un producto insulso. El primer ejemplo que me viene a la cabeza es la saga “Mass Effect”, dejando a un lado el universo tan sexi que plantea y tratando sólo su jugabilidad (y pensándolo fríamente, sin exaltarse con “pero si el juego es la poooolla”), a mí me cuesta mucho decidir si es un buen o mal juego ¿Por qué? Porque con cada nueva entrega tiemblo ¿Habrá rol, habrá acción? Con una primera parte muy positiva en la mezcla, llegó una segunda que limitaba el componente rolero pero sin aportar unas herramientas buenas que hicieran que la parte de acción fuera la hostia ¿Mala mezcla entonces? ¿Un continuo experimento que ni ellos tienen claro a donde va? En definitiva ¿Un mal crossover?
_Concluyendo
En definitiva, mezclas hay muchas: de personajes, de universos, de géneros… y está claro que puede hacerse con amor y sin amor pero hay una cosa fundamental y es cuidar el punto intermedio donde ambos elementos se juntan. Si lo haces bien, te sale Street Fighter x Tekken, si lo haces mal consigues Mario y Sonic en los juegos Olímpicos. Hacer una buena mezcla es difícil pero, a veces, se obtiene la CocaCola