[...] Críticos con la cultura Woke han cuestionado la existencia de estos perjuicios. Si en la cultura del honor existe una baja tolerancia a la ofensa y los hombres defienden su reputación, incluso llegando a la violencia, en la cultura de la dignidad la persona tiene valor por sí misma independientemente de su reputación. Un desaire, una descortesía no resta valor alguno .
Pero en la cultura del victimismo, como nueva cultura moral, la sensibilidad a lo más leve es motivo bastante para convertirse en víctima. Lo más insignificante e intrascendente puede ser identificado como una agresión y generar reacciones desproporcionadas. A priori, resulta difícil trazar una línea que advierta de este peligro, porque el umbral de sensibilidad es distinto en cada persona.
Campbell y Manning sostienen que las autoproclamadas víctimas consiguen presionar al "disidente" forzándole a adoptar decisiones o actitudes que violentan su libertad de pensamiento; su actividad docente o investigadora queda comprometida.
Aquí hallamos una deficiencia sistemática y que evidencia una cierta artificiosidad de este movimiento. Si la cultura woke reacciona frente a daños ocasionados contra minorías sociales, no puede entenderse cómo en defensa de sus fines culturales provoquen daños a otros [...].