Hace cuestión de dos años me hicieron uno de los mejores regalos que recuerdo desde hace tiempo. Sonia y yo fuimos a pasar unos días a Palma de Mallorca. No habíamos estado nunca en las islas, y nos hacía mucha ilusión conocer sus bellos parajes, así como disfrutar de su gastronomía. Pero lo mejor no fue eso. Uno de los días, pusimos rumbo hacia Manacor, ciudad en el interior de la isla cuyo interés para mí recae sencillamente en ser el lugar donde entrena el campeón Rafa Nadal
Sin prácticamente expectativas de poder verle tras visitar su club, nos dirigimos a otras instalaciones donde nos dijeron que suele entrenar cuando prepara la temporada de pista rápida. Nada más llegar, entramos en un pabellón cubierto y nos encontramos con Toni Nadal, tío del tenista, entrenador y artífice en parte de tantos éxitos deportivos. Tengo que destacar su increíble humildad y simpatía. Es algo que se puede palpar en tan sólo unos instantes de conversación.
Al día siguiente regresamos de nuevo y allí estaba entrenando el Campeón. Me senté en el suelo, junto con un montón de niños, viéndole entrenar. Golpeaba cada bola, con energía, empeño, pasión, como si fuera el último punto de una gran final (estoy escribiendo esto y tengo los pelos de punta). Mi cara reflejaba una enorme felicidad. Fluir es posible, lo estoy viendo con mis propios ojos en un simple entrenamiento.
¿Qué podemos aprender de este tándem Nadal de cara a la efectividad personal?
El orgullo es el primer rival a vencer
La humildad es la virtud de ser conscientes de cuáles son nuestras limitaciones y debilidades, y actuar en función de ello. Como decía el propio Cervantes, «es la base y fundamento de todas las virtudes, y que sin ella no hay alguna que lo sea». Esta virtud es la que nos permite aceptar dónde estamos, y continuar dando pasos para mejorar y llegar adonde queremos. Es lo que nos permite olvidar que hemos perdido el partido, y comenzar otro nuevo desde cero pero con el aprendizaje extraído del anterior. Ser humildes nos permite aprender durante toda la vida, porque cuando aprendes, creces, y cuando creces, los resultados llegan de forma natural. Si estás cerrado a todo, no consigues nada, si estás abierto, puedes avanzar. La efectividad personal se asienta en la humildad.
«El que se crea muy bueno haciendo algo, aun siéndolo, abandona la lucha por progresar». Toni Nadal
Si no aprendes a jugar mejor no conseguirás nada mejor
Cuenta Toni Nadal, en su libro «Todo se puede entrenar», que cuando Rafa ganó su primer Campeonato de España Alevín a los 11 años, llamó a la Federación Española de Tenis para que le facilitasen el listado de los últimos 25 campeones de esa categoría. En una cena familiar, le recitó la lista a Rafa para ver a cuántos conocía. De 25, tan sólo pudo reconocer a 5 ó 6 que habían llegado a profesionales. «Ese es el porcentaje de jugadores que llegan a ser profesionales», le dijo. «De ti depende en qué parte estés de la lista dentro de unos años; en la lista de los que fueron campeones de España, a secas, o en la lista de los que siguieron mejorando y lograron entrar en el circuito profesional». Menuda lección de vida.
Para poder mejorar, en primer lugar hemos de ser humildes y ser objetivos con nosotros mismos, para saber desde dónde partimos y con qué contamos. Y en segundo lugar, aceptar que aprender cuesta y que hay que ser persistente. El camino más sencillo es convertir el aprendizaje en algo que te guste. La efectividad personal implica aprendizaje y mejora constante.
Empieza ganando puntos para luego ganar partidos
Somos una sociedad cortoplacista. Queremos ganar el partido, antes de ser capaces de pasar las bolas por encima de la red. Esto es lo que impide a muchísimas personas ponerse en forma, aprender a tocar la guitarra, conseguir un ascenso o cerrar un acuerdo con un gran cliente. Queremos hacerlo a la voz de ya, y como diría el Mago More, los resultados se consiguen al merme, es decir, de a pocos. Como dice Rafa Nadal, «mi peor rival es el próximo». Gran parte de su éxito se debe precisamente a su capacidad de enfocarse en cada punto. Hacer eso le ha permitido alcanzar el éxito. Centrarte en los pequeños pasos te permite mejorar la atención y frenar la impulsividad, elementos clave para la efectividad del profesional del conocimiento
«No creo que las cosas cambien solas, las tienes que hacer cambiar». Rafa Nadal
El partido no se gana hasta el último punto
Otro de los riesgos del cortoplacismo es el de falta de persistencia. Comenzamos a regar el árbol y, como no nos da manzanas, al poco tiempo dejamos de regarlo. Como diría el Cholo Simeone, hay que ir «partido a partido». Los resultados llegan como la consecuencia del comportamiento repetido en el tiempo, orientado hacia un mismo lugar. Esto exige como afirma Francisco Alcaide, compromiso, es decir, estar dispuesto a hacer lo que haga falta, el tiempo que haga falta. Eso es lo que te permite llegar al final del partido y ganarlo.
La efectividad personal no es un destino, es un camino de aprendizaje constante que requiere intensidad y foco. Y está al alcance de cualquiera, porque la efectividad personal se puede entrenar
Antonio José Masiá es consultor artesano y nodo de OPTIMA LAB, una red productiva que ayuda a personas y organizaciones a ser más efectivas para lograr sus resultados por medio del aprendizaje basado en la experiencia y nuevas metodologías centradas en las personas.
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