PARA mi hija."No somos quienes somos,somos lo que el mundosabe de nosotros...".-W. F. Hermans,Herinneringen van eenengelbewaarder.Con esta dedicatoria y esta cita comienza Peter Terrin su novela Post mortem. He querido que sean las mismas las que encabecen esta reseña. Por definitorias, por proféticas, por abarcar a la perfección (y no es tarea fácil) el contenido de esta obra y las ambiciosas pretensiones de su autor.
Emiel Steegman, un escritor de modesto éxito, vive en una tranquila población alejada del centro de la ciudad junto a su mujer y a su hija de corta edad. Se siente en la obligación de participar en todos los eventos que le proponen, nunca se sabe cuál peldaño le aupará en la esfera literaria. Su última invitación es una reunión con escritores extranjeros. Steegman ya ha confirmado su asistencia pero, pocos días antes, cansado de su poca resistencia a emitir negativas, decide cambiar de opinión. "Circunstancias familiares bastante graves", es la vaga y a la vez contundente excusa a la que alude para cancelar su compromiso. Y ahí se queda, resonando en su mente, el eco de la combinación de esas cuatro palabras y el significado que tal vez, en un futuro, algún biógrafo perspicaz le quiera otorgar. Ese pensamiento le corroe y se erige en germen de una nueva novela. Su protagonista llevará por nombre una única inicial: T. (otra vez la vaguedad y la contundencia) y compartirá profesión con el autor de la misma. Sin embargo, no serán las cuitas literarias las únicas coincidencias entre ambos. Sus respectivas vidas y familias se descubrirán reveladoramente afines.
"La sensación de jugar con fuego. La sensación de que al actuar de este modo estaba llamando al mal tiempo, que atraía alguna desgracia sobre la familia. ¿Existía alguna frontera que cruzabas arriesgando tu propia vida, una frontera moral? ¿O una palabra ambigua como "bastante" garantizaba un pasaporte válido?Son tres en realidad los escritores de este libro: Emiel Steegman, T. y el propio Peter Terrin (adviértase la inicial del apellido), cuyos reflejos se intercambian en un ingenioso y agudo juego de espejos ideado por el último de ellos. Podría decirse que T. es el alter ego de Steegman y éste hace lo propio con Terrin, incluso hay cierto guiño a la anterior novela de éste: El vigilante.
Con El vigilante precisamente conocí a Terrin (podéis leer mi reseña aquí). En ella descubrí a un escritor rompedor y desconcertante que construye una trama compleja, oscura pero también luminosa (del modo en que nuestras sombras realzan por contraste el camino hacia la claridad). Esta segunda novela suya que leo mantiene en pleno vigor todas estas virtudes del autor a pesar de ser completamente diferente. Esperaba, deseaba y me intrigaba esa diferencia y, precisamente, fue ese deseo y esa intriga lo que me llevo hasta esta novela.
La sinopsis de este libro que nos ofrece su editorial (por cierto, muy a tener en cuenta el trabajo que está realizando Rayo Verde) nos cuenta algo que yo no voy a exponer aquí. El que sienta curiosidad puede acudir a la mencionada sinopsis o bien a alguna de las entrevistas concedidas por Peter Terrin con motivo de la publicación de Post Mortem. Tan sólo os diré que hay una vivencia personal del autor belga plasmada en las páginas de esta novela. No desvelaré sin embargo de qué se trata. El haberlo sabido de antemano no ha estropeado mi lectura, pues esta historia tiene sobrados recursos para atrapar al lector, pero me quedo con la incógnita de averiguar cómo hubiese sido un inesperado encuentro con ese suceso que ha marcado la vida del autor. En las manos de los que decidáis adentraros en esta lectura dejo la decisión de cómo queréis afrontar la misma.
Mawn Lower #ds514. Fotografía de Brendan C
El conocer ese detalle, paradójicamente, fue, como adelantaba, lo que me arrastró hacia ella. Me descolocaba algo tan íntimo y personal en un escritor que había escrito una novela como El vigilante y sentí la necesidad de descubrir este nuevo registro del autor. Y ahora es cuando caigo en mi propia trampa, porque el haberme autoimpuesto la condición de no contaros determinadas cosas para escribir esta reseña, me impide entrar de lleno en esa faceta personal. Sólo diré que agradezco a Peter Terrin su generosidad y que me ha encantado y conmovido tener acceso a una pequeña parte y versión de su persona, esa que acostumbra a cubrir en sus libros con capas y más capas.
"Duermo sin sueños. Desaparezco brevemente, dos, tres horas. Durante este tiempo no pasa nada. Y después me despierto en el hospital universitario, sobre un catre, y todo vuelve a ponerse en marcha. Doy un respingo a la primera mordedura de tristeza negra como la noche; está hambrienta, hace horas que me espera. Es como un ataque de pánico en un avión, como caer en agua helada: ¡tengo que salir! Tereza se sienta en la cama a mi lado, intenta sujetarme, contenerme. Yo oigo los ruidos que emito, los ruidos horribles que en condiciones normales me paralizarían de pura vergüenza, pero no tengo sitio, no tengo tiempo, mi yo consciente no puede hacer nada más que mirar, impotente. Me hundo, me hundo, me agarro a Tereza, que no me tranquiliza, sino que me anima. Me doy cuenta de que todavía no había llorado nunca, siempre había intentado reprimirme. Siento que me abro, que dejo espacio, hay un pequeño momento en el que perderme a mí mismo es una especie de victoria. Después desaparece y queda el agotamiento vacío. Este llanto es peligroso, nunca queda sin consecuencias. No sé cuándo exactamente, en algún punto de la tormenta rugiente, se ha roto algo. No, esa no es la palabra, el cliché no pega, aquí; algo se ha soltado, y ahora va a la deriva. Flota por mi cuerpo, es una sensación física. No sabría decir de dónde ha salido. Siempre está en el lugar equivocado. No me impide nada, pero a partir de ahora me lo encontraré en todo lo que haga o no haga, en un lugar distinto cada vez, siempre en un lugar equivocado."
Zebra crossing. Fotografía de Hakan Dahlström
Las capas con las que cubre este libro en cuestión son ese hábil y destrero juego entre realidad y ficción. Tensa los límites entre una y otra de una manera admirable y en cierta medida macabra. No dejo de encontrar (es una apreciación mía personal) cierto regusto a mal augurio en un juego en el que se utilizan hechos reales, como un abrir la caja de pandora, como una llamada a las fuerzas del mal. Tal vez sea el particular conjuro del autor no para invocarlas sino para mantenerlas a distancia. Tenemos el poder de escribir acerca de lo que nos acontece pero no de hacer que suceda aquello sobre lo que escribimos. Peter Terrin es arriesgado y valiente. Eso ya lo sabía y me lo ha vuelto a demostrar.
Emiel Steegman padece de 'biofobia'; Terrin, también. Les da pavor lo que se contará de ellos una vez muertos, cuando ya no estén para rebatir lo dicho. Qué quedará de ellos, cómo se les reinterpretará. Esta novela es el intento de Peter Terrin de dejar constancia de cierto suceso vital, de que no venga luego nadie a contarlo por él. Es consciente de que ni aun así lo que deja escrito será plenamente fiel a la realidad, pero es su versión, eso es lo que le interesa. Steegman comparte los mismos temores sobre qué llegará de él a la posteridad. Utiliza escenas, pequeños detalles, fulgores de su vida cotidiana, su familia, sus vecinos,... Si alguien se pregunta cómo se las arregla Peter Terrin para conjugar dos vertientes tan diferentes en un mismo libro, ya le adelanto yo que lo hace de forma brillante. Resuelve y abre vías para el que las quiera transitar (esa luz y oscuridad a las que hacía mención), convence y desconcierta a partes iguales. Un libro que nos deja momentos para atesorar e incertidumbres sobre las que regresar.
"Un elogio que se suele hacer a este libro es que después de leer la última palabra, vuelves a empezarlo desde el principio; es inevitable, no te quedas tranquilo, tienes la sensación de que has pasado algo por alto, de que has leído algo mal en una novela que en realidad está más clara que el agua. Que tienes la verdad al alcance de la mano."
Vintage Typewriter Composing. Fotografía de Wendelln Jacober
Ficha del libro:
Título: Post mortem
Autor: Peter Terrin
Editorial: Rayo Verde
Año de publicación: 2016
Nº de páginas: 240
ISBN: 978-84-944496-4-2
Antes de irme, os informo de mi participación en el proyecto #AdoptaUnaAutora promovido por Carla Bataller Estruch. Consiste en elegir a una escritora (preferentemente no muy conocida por el gran público) sobre la que hablar, escribir y compartir información con el objetivo de promover, difundir y dar a conocer tanto su vida como su obra. Hemos sobrepasado ya el centenar de escritoras adoptadas y contamos con nombres muy apetitosos e interesantes. En este enlace os dejo las bases por si os animáis a participar. Mi adoptada será la poeta rusa Marina Tsvietáieva, que me deslumbró a principios de este año con sus Diarios de la Revolución de 1917. A partir de enero las puertas de este blog se abrirán de par en par para ella y para todo aquel que la quiera escuchar (los que no, no os preocupéis que el 2017 no será un año monotemático ni mucho menos 😉).