"Las peleas nacen de la nada. Uno nunca las ve venir. Es como que un día todo esta bien, pero al día siguiente algo le pica a la otra persona y quiere discutir hasta porque le salió un grano en la frente a ti no".
Estaba en otra casa y mi perro Pocho me había visitado. Todo el espacio era de color blanco y Pocho estaba con hipo. Yo solo estaba mirando a mi alrededor. Derrepente, oí gritos y giré la cabeza a la derecha. Oí un: "Esta mal". Y luego lo oí más fuerte. Y luego PUM! Estaba en mi cama. Me había despertado y mi madre, otra vez, fue el despertador de los domingos por la mañana. Yo solo me resigné a decir en mi cama: "¿Y ahora qué?"Mi padre trataba da calmar a alguien que, en toda su ira acumulada o en una etapa de menopausia, lo juzgaba, porque no había armado bien uno de esos roperos que te venden en los supermercados para armar. Lo juzgaba por una simple maderita que estaba desviada, pero no. Para mi madre eso no era una simple maderita desviada. Era una deficiencia, un total error, un peligro. Si, señores. Así de exagerado. Así que ahí me di cuenta de algo: las peleas nacen de la nada. Uno nunca las ve venir. Es como que un día todo esta bien, pero al día siguiente algo le pica a la otra persona y quiere discutir hasta porque le salió un grano en la frente a ti no. Las peleas serán motivos de la vejez, la rutina, la menopausia, la vida, pero quien te prepara para afrontar un cambio de humor radical de tu madre, pareja o de algún amigo. ¿Quién?
Mi madre es de esas que si está en un fast food y se demoran más de 15 minutos para preparar su pedido, va ir a lanzar una advertencia a la cajera que no tiene la culpa. Y si se demoran más de 25 minutos, va ir a golpear psicológicamente a alguien y si no se sacía, va quejarse y va exigir una indemnización que posiblemente sea que le aumenten el tamaño de las papas de regulares a grandes. ¿Quién puede detener a alguien así? Mi padre, no. O sea, si le dices a alguien así, "cálmate", "cállate" y "relájate", va convertirse en super sayayin fase dios, porque esas son las palabras mágicas para hacer explotar a ese tipo de personas. Nunca les digan "cállate y relájate". Eso activa la bomba de tiempo.
¿Quién puede detener a alguien así? ¿Quién puede detener a una bomba de tiempo? Yo, un ser pacifista que siempre trata de corregir y solucionar todo aunque ya no se pueda hacer nada, no puedo. Hace unos años, solo me quedaba callado. Son problemas de pareja, me decía. Siempre se solucionan al final. Ahora ya no puedo quedarme callado: mi pacifismo me activa. Trato de detener a ese despertador de los domingos por la mañana. Decirle que se calle. Que respire y hable. Que se siente. Que no grite por gritar. Que no refute por refutar. Que no sea orgullosa. Que luche contra su menopausia. Que piense, porque, al final de todo, es solo una puta maderita que en la noche se convertirá en parte de una anécdota que nos hará reír por lo estúpido que fue.