Revista España

Postal de la semana: La Latina silenciosa

Por Manugme81 @SecretosdeMadri

Madrid, a diferencia de otras ciudades, cuenta con una buena colección de miradores desde los cuales es posible espiar la ciudad sin compasión. Uno de los menos conocidos, y también más espectaculares se encuentra en la Catedral de la Almudena. A pesar de que miles de personas se congregan a sus pies cada día, pocos saben que desde su cúpula se perciben unas de las mejores vitas de todo Madrid.

Como anticipo a un futuro secreto en el que os brindaré un reportaje completo de esta panorámica de 360º, os traigo la postal de esta semana. En ella se deja ver un pedacito de esta magnífica experiencia. Toca decir que el acceso a este lugar se hace a través del Museo de la Catedral, aquí os dejo el link con toda la información práctica de horarios y demás.

La Almudena dispone de una situación privilegiada y única, no olvidemos que a pocos metros de ella se originó el germen del primitivo Mayrit. Gracias a ello y a los 73 metros de altura a los que nos eleva su cúpula, se respira una panorámica de verdadero ensueño. Bordeando su perímetro se amarran tantos cuadros como miradas. Hoy, nos quedamos con ésta en concreto, pero os confieso que podría haber sido cualquier otra. Mires donde mires, te enamoras.

Delante de nuestros ojos se despliega silenciosa toda la zona histórica de La Latina. Así, desde las alturas, nos resulta muy sencillo salvar el desnivel de la Calle Segovia y ver parte del tablero del viaducto con el que tantas veces soñaron los primeros madrileños. A su derecha, una poblada zona verde nos indica que estamos en el territorio de Las Vistillas y la Cuesta de los Ciegos. Un escenario de ensueño.

Tal y como acostumbra, aunque en esta ocasión de manera más justificada, se deja ver la Basílica de San Francisco el Grande con su descomunal cúpula. Batiéndose en duelo de miradas, a no mucha distancia, le reta y planta cara la Iglesia de San Andrés. Tras ellas, edificios e historia que terminan por fundirse en el horizonte bajo el azul de Madrid. Habituado a entrometerme por esas calles callecitas y vivirlas pegado al suelo, es gratificante contemplar esta área de la Villa a vista de pájaro. Darle una percepción más unificada, de conjunto. Otra manera de entender Madrid e, innegablemente, de quererla.

Postal de la semana: La Latina silenciosa

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