La increíble historia de la dentadura dorada con strass azulón.
Algunas cosas que he aprendido de una chica de París.
Una vez escuché a un chico lo mucho que le gustaban las cosas bonitas porque sí y me gustó la expresión. El pasado mes de julio aprendí de una chica de París lo buenas que son las cosas divertidas porque sí.
Un día porque sí C. decidió ir en peregrinación a la tienda de las dentaduras doradas y yo no dude en acompañarla.
Parecía una absurda locura comprar algo sin función y que como ornamento era bastante dudosa su elegancia. Aún así C. se compró su dentadura.
Unos minutos después descubrí que aquella dentadura era mágica. Con solo mostrarla C. hacia sonreír a cualquiera con el que se cruzaba en la calle.