Al final del viaje de Camagüey, tras un extenuante traslado de 11 horas a bordo de una guagua, cuando creí que todo había terminado, me llevaron al Café Toscana, una joya escondida a la vista de todos en pleno Vedado, donde por 35 pesos puedes comerte los espaguetis a la carbonara más escandalosamente deliciosos que puedas imaginar, y de paso conocer a ¿Giacomo?, el italiano extraviado culpable de esa maravilla. El sitio es magníficamente sencillo, más que austero; deslumbra por lo que tiene que deslumbrar, su comida. En mi personal e impublicable guía Michelin tiene dos estrellas.
PPD: Kako me corrige, Simone, el genio sencillo se llama Simone.
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