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Postneocolonialismo

Por Esperanza Redondo Morales @esperedondo

Postneocolonialismo

Fotografía: Gettyimages

En esta era cibernética e internáutica todos tenemos la opción y oportunidad de publicar nuestras ideas, impresiones y experiencias vitales a través de muchos medios pero, sobre todo, de eso que se denomina blog y, para el caso que nos ocupa (y preocupa), los blogs viajeros; los hay de todo tipo, unos muy interesantes y otros no, pero en algunos de ellos (demasiados) vemos con frecuencia lo que yo denominaría postneocolonialismo, que es manifestar el profundo desprecio que a algunos les produce eso llamado "destinos exóticos" pero disfrazado bajo una abundante y empalagosa capa de aparente adulación y hasta admiración, y con la guinda final de tener el osado atrevimiento de considerar su estancia ocasional de, pongamos tres meses, como "una total inmersión cultural" en el "exótico" destino de su viaje.
Es muy fácil decir ciertas cosas cuando esa supuesta y ficticia "total inmersión cultural" es con un billete de regreso a casita, con una cuenta corriente solvente, cheques de viaje y acreditada tarjeta de crédito de banco patrio (requisitos habituales, cuando no indispensables, para poder entrar en los "destinos exóticos"); por muy destartalada que sea la economía personal y bancaria del "inmerso", puede llegar a suponer el sueldo de años de "los exóticos y hospitalarios lugareños" de cuya hospitalidad, con la excusa de la "total inmersión cultural", se abusa. Y es que no hay cosa que ponga más cachondo y orgulloso de sí mismo al "inmerso" que compartir casa, comida y uso del baño con "los lugareños". Huy, perdón, quería decir con los lugareños, las lugareñas, los lugareños gays, lesbianas y transexuales, y me disculpen si me olvido de algún género.
Resumiendo, eso de afirmar que ya se tiene una "total inmersión cultural" en no importa qué país por pasar en tal destino un periodo de tres meses, no solo es una majadería digna de risa: eso sería la parte divertida (y yo, que soy entre rara y optimista por naturaleza, siempre le encuentro algo divertido a cualquier cosa); es, sobre todo, un desprecio latente y apenas disimulado, por muy inconsciente e involuntario que sea, a todas esas culturas que se denominan "exóticas" y también a las que no lo son. Porque, para no tener que copiar ciertas cosas que los "inmersos" cuentan en sus publicitados blogs con mal disimulado deleite de sentirse superiores a los "exóticos lugareños", y que me niego a reproducir porque mi religión me lo impide y, además, no me apetece nada, imaginemos un ejemplo que pudiéramos encontrarnos en un blog viajero guiri: "He estado tres meses en España (¿dónde de España? ¿En el sur, en el norte, en la meseta, en las islas, en clima mediterráneo, en clima atlántico...? ¡No importa, España! Como si España entera fuese del tamaño de Mónaco, hala, el bloguero viajero "inmerso" es que es así, sin complejos)... Y blabla de flamenco, tortilla, paella, sangría, olé, "El Clásico" y "La Liga", Zara, Picasso, tapas y vino, y oye, genial todo y, aunque son muy distintos a nosotros, sus lugareños son hospitalarios y por eso me fui con ellos de botellón, comí pimientos de Padrón y hasta dormí en el mismo colchón; y así ha sido total mi cultural inmersión. España es rara pero maravillosa, ¿por qué?, porque lo digo yo que he estado tres meses y de no ser por mí viviríais en la total ignorancia de lo que es España. Agradecedme que os lo cuente y me dan igual vuestros comentario pero no olvidéis el like. Mañana ya os cuento mi total inmersión cultural de tres meses en Argentina. Sí, toda Argentina, en tres meses. Porque yo lo valgo.".
Sí, es un mero y (no tan) exagerado ejemplo pero esto de la era cibernética e internáutica nos descubre que hay mucha gente que va de concienciada, solidaria y "amante de las culturas exóticas" y, por supuesto, que no falte "implicación y entusiasmo por las labores humanitarias" cuando, en realidad, es un nuevo colonialista que encuentra las "exóticas y divertidas aunque extrañas" costumbres que no le son familiares como un ocasional encuentro con la pobreza y la miseria ajena (que seguramente también existen en zonas de su propia ciudad, pero a donde no se acercaría ni obligado por pura supervivencia) y que, gracias a su billete de vuelta y su tarjeta de crédito, le hace sentirse feliz y un ser superior por estar lleno de bondad y empatía respecto a esos "lugareños hospitalarios" (¡ y felices!, la inevitable coletilla es que los lugareños siempre están felices "a pesar de su pobreza" que ya ven, se ve que no hay cosa que más alegre la vida de un lugareño que tener un "inmerso" cerca; es la panacea de la paz mundial, y la ONU sin saberlo...). Y, sobre todo, con la gran suerte de poder salir de allí cuando quiera, volver a casita y dar gracias por no haber nacido en tan "exótico" lugar. Sí, lo que más le gusta al "inmerso" con billete de vuelta en la maleta de su viaje de "total inmersión cultural" es, no lo duden, volver cuanto antes a su casa y poder contarlo. Y recibir muchos likes en su blog, claro. Si le ofrecieran renunciar a su pasaporte y vuelo de vuelta y así vivir el resto de su vida como esos "exóticos y felices lugareños", sí que iba a saber algo de lo que es "inmersión cultural". Pero mucho nos tememos que no, que al "inmerso viajero" ese plan no le iba a gustar tanto...
Señoras y señores, si la mayor parte de nosotros no sabemos ni cuarto y mitad de nuestra propia cultura y de la provincia o el pueblo de al lado, y ni sabemos el gentilicio de sus "lugareños", aun viviendo toda la vida en el mismo y propio país de nacimiento y crecimiento, ¿cómo puede alguien atreverse y tener esa absoluta falta de respeto de proclamar que, por estar tres meses en donde sea, eso ya es una "total inmersión cultural" ? Y de un país entero, nada menos...

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