Revista Salud y Bienestar

PostPsiquiatría: La corrupción médica es 'obvia, cotidiana, consentida'

Por Miguel @MiguelJaraBlog

Le agradezco al psiquiatra José Valdecasas, la reflexión que hace a raíz de la lectura de mi último libro y que lo recomiende en su blog postPsiquiatría, más tratándose de un profesional honesto hasta el punto de reconocer públicamente, eso es tener valor y coherencia, que también ha participado en actividades de dudosa factura:

En primer lugar, querríamos recomendar la lectura del libro Laboratorio de médicos, del periodista Miguel Jara, cuyo blog hemos citado con frecuencia. Se trata de un trabajo acerca de la interacción médico-visitador y la más que dudosa legalidad de muchas de las prácticas que se describen, en base a testimonios de varios visitadores, que vienen a reconocer abiertamente los sobornos que realizaban a muchos médicos para incrementar la prescripción de sus productos. Normalmente nada tan basto como te doy tanto dinero a cambio de que prescribas tantas cajas, sino algo mucho más sutil, como mira que regalo tan chulo te traigo, o toma el billete para el congreso en Pekín, o te invito a cenar a ese superrestaurante (que nunca podrías pagarte tú)…

Prácticas cuya realidad es absolutamente obvia para cualquier profesional sanitario, por ser cotidianas y plenamente consentidas en nuestras consultas y hospitales públicos (plenamente consentidas por casi todos). Como hemos dicho muchas veces, nosotros también participamos en situaciones de esta índole, pero hace tiempo que nos hemos salido y no vean qué bien nos encontramos. Lo más curioso, es que casi siempre el médico cree firmemente que conserva su independencia a pesar de todo este manejo pero, en nuestra opinión, es cuando uno no acepta ningún obsequio, material, invitación ni nada de nada, cuando uno realmente es y se siente independiente de los intereses, económicos nada más no lo olvidemos, de estas empresas.

Me gustaría, si llega a leer esto, ver la cara que pone el periodista de El País, Pablo Linde, que hace unos días publicaba un reportaje bajo el título de Lo que queda de los visitadores médicos. Ni se ha leído el libro ni ha consultado con los cada vez más numerosos profesionales que reconocen estas prácticas corruptas y denigrantes (y luchan por eliminarlas de su profesión, que es más importante).

Sólo seis días después de El País volvía sobre el tema otro diario del Grupo Prisa, Cinco Días: Regulación interna para acabar con la mala imagen. La única voz discordante era la del catedrático de Farmacología catalán Joan-Ramón Laporte, muy comprometido en la denuncia de estos asuntos, pero apagada en un mar de autocomplacencia representado en el encargado de aparentar ética en el principal lobby de los grandes laboratorios farmacéuticos, un ex ministro de Sanidad metido a consultor y lobbista de una multinacional farmacéutica y un médico que lidera asociaciones de pacientes que siguen la línea editorial de compañías y grupos de interés farmacéuticos.


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