En un edificio oficial madrileño, la Sra. Carmena, alcaldesa de la capital, colocó la bandera multicolor indígena, la pasada festividad del día 12 de Octubre. En un ejercicio de desconocimiento profundo y de escasa intelectualidad, la progresía al uso se refiere a esta fiesta como la celebración de un “genocidio”, haciendo cobrar actualidad a hechos acaecidos hace más de medio milenio, llegando incluso, a referirse al día de la resistencia indígena. Este tipo de actitud tan grotesca, rayana en la zafiedad, solo se justifica por el postureo, la imagen del político “guay” y “enrollado”, que no soluciona los problemas de la ciudadanía, que no tiene capacidad de gestión y que propugna las más de las veces, una silenciosa dictadura que prohibe, como dijimos tantas veces en este espacio, en nombre de la libertad.