Habrás escuchado la expresión “hacer foco”. Ella remite a una situación en la que resalta nuestro blanco teniendo simultáneamente una visión (de vista) muy mínima de todo lo de alrededor.
En cualquier acción que emprendamos, enfocarse es imprescindible porque así, nuestra atención estará puesta allí, en lo que queremos lograr y conseguir.
La dificultad se presenta cuando equivocamos el enfoque dándole importancia a lo que no la tiene o cuando no podemos sostener ese enfoque sobre lo que decimos que nos interesa.
La buena noticia es que vos podés potenciar tu enfoque porque ambas dificultades dependen exclusivamente de tu poder personal, el que te permitirá hacer los cambios que necesites.
Nada tiene más poder sobre mí que aquel que yo mismo le doy a través de mis pensamientos conscientes. Luis Sabbi (Coach)
Si hablamos del enfoque equivocado, viene muy bien atender a una frase de Steve Jobs:
La gente cree que enfocarse es decir sí a lo que le interesa y esto no es así, enfocarse es decir no a todo lo que no sea específicamente, eso.
Te puede sorprender que el poder de decir “no” sea superior en importancia al de decir “sí”, pues, en este caso, lo es.
Las personas tenemos un mecanismo de auto sabotaje que se activa desde el inconciente y hace que nos enfoquemos mal. Éste está íntimamente ligado a la necesidad de la satisfacción inmediata que solemos experimentar y a la respuesta a las demandas de los demás.
Para lograr detener el auto sabotaje necesitamos tener en cuenta que:
Entre el estímulo y nuestra respuesta está la capacidad interna de optar, de elegir una respuesta y hacernos cargo de ella. (Esto es la proactividad)
No podés evitar que una emoción te asalte o que un pensamiento negativo interceda en tus reflexiones. Lo que sí podés evitar es la importancia que les des o el tiempo en que los tengas presentes.
Te doy algunos ejemplos:
“Tengo que bajar treinta kilos. Hace un mes que hago dieta y vengo muy bien… ¿Qué me va a hacer que me dé el gusto de comerme medio kilo de helado?”
“Mi mesa de examen es en tres días. Sé casi todo. Hoy no estudio y me voy a la playa”.
¿Queda claro, verdad?
¡Las demandas de los demás! Así, con signos de admiración.
No confundas ayuda a los otros con dejar de hacer lo que es prioritario para vos. En todo caso, analizá qué gravedad implica la situación para decidir tu accionar. Desenfocarte imposibilita tus logros.
Si quieres lograr cosas valiosas en tu vida personal, profesional y de carrera, debes convertirte en una persona valiosa en tu propio desarrollo personal. Luis Sabbi (Coach) (Y en éste, es relevante tu poder personal de decir “no” a las demandas indiscriminadas)
En sostener el enfoque también opera tu hábito poderoso de la proactividad, tu elección de la respuesta porque la emoción sucede, se produce la tentación de desenfocarte y allí es donde vos necesitás ponerlo en acción. Esta alerta aparecerá sola, una vez que te acostumbres a la práctica del hábito. Si fallara, tenés otra y es que inmediatamente, tu plan empezará a “hacer agua” (mostrará agujeros), por eso quiero dejarte unas pautas que te pueden servir:
Siempre, enfocate en lo que tenés, no en lo que te falta.
Siempre, enfocate en lo que podés, no en lo que no podés.
Siempre, enfocate en tus cualidades, virtudes y dones y no, en tus defectos tus críticas y tus carencias.
Siempre, mirá las oportunidades, no los obstáculos.
Siempre, mirá las soluciones, no los problemas.
Todo en la vida es una historia, un cuento. Vos podés crearte una que te mueva hacia tus objetivos u otra que te frene para conseguirlos.
Definí clara y específicamente lo que querés y ¡enfocate!
Se cuenta que un rico comerciante, que acostumbraba a organizar competencias en las que siempre resultaba ganador, alojó en su casa a un sabio sufí.
Ese día se esperaban lluvias acompañadas de tormentas, así que el reto consistió en una carrera para ver quien llegaba seco a la meta.
El anfitrión se quedó el caballo más veloz y al sabio sufí le dio por montura un caballo muy lento. El sabio, sin embargo, no dijo palabra y muy pronto comprobó cómo los demás participantes se distanciaban, perdiéndose de vista con el anfitrión a la cabeza. Pero enseguida comenzó a llover intensamente y todos terminaron empapados, a pesar de la velocidad alcanzada por sus monturas. El sabio sufí que se había quedado rezagado, en cuanto comenzó a llover se quitó todas sus ropas, las dobló cuidadosamente y se sentó encima de ellas. Cuando cesó la lluvia, se vistió nuevamente y llegó a la meta completamente seco.
“Quizás la lluvia no ha caído en todas partes,… ¡Qué mala suerte! … si me hubiera quedado con el caballo más lento ahora sería el ganador” -pensó el dueño de la casa.
Al día siguiente, el tiempo era similar, había riesgo de tormenta, y de nuevo se convocó otra carrera. Esta vez, el anfitrión le dio al sufí un caballo rápido y se reservó para sí, el lento. Pronto se puso a llover y el anfitrión se mojó aún más que el día anterior. El sabio, sin embargo, repitió la misma operación y llegó el primero, completamente seco.
Ante la curiosidad de todos los participantes, el sabio sufí explicó: Ir rápido o lento no era algo que podía controlar, tampoco podía dirigir el curso de la tormenta, pero supe discernir lo que sí estaba en mi mano: mantenerme seco.
(Adaptación de un cuento sufí)
¿Cómo es tu forma de enfocarte?
¿Podés ver que muchos de tus inconvenientes residen en tu dispersión y falta de enfoque?
¡Contame! ¿Querés?
Por el placer de compartir.