AHORA RESULTA QUE el PP pretende erigirse en genuino representante de los trabajadores. En tiempos de turbulencia y zozobra, como los que nos atenazan, no deja de ser paradójica, por sorprendente, la bandera de los derechos sociales en la que se han envuelto.
La cosa consiste en aprovechar la debilidad del gobierno de Zapatero, muy tocado por todos lados y con claros síntomas de agotamiento, y sacar pecho con un discurso social inédito hasta la fecha. Nunca antes lo habían exhibido, si bien ahora, con tanto ajuste, tratan de hacer suya una imagen, de la que siempre han carecido. Que a nadie le extrañe, por tanto, si hoy salen en defensa de la huelga de funcionarios.
Los mensajes del PP, como defensor de los trabajadores y de los pensionistas, no son más que una añagaza, un señuelo, en busca del voto perdido. El PP, es cierto, no tiene ningún sindicato que le haga de correa de transmisión, lo de correa no va con segundas, pero cuenta en cambio con una patronal empalagosamente rendida a sus pies con armas y bagages. No lo llevan en el ADN del partido, pero sí en sus siglas, al fin y al cabo estamos hablando del PP (Partido Proletario). Arriba, parias de la tierra. En pie, famélica legión.