Revista Opinión

PP, PSOE e IU, partidos atenazados por el inmovilismo e irrecuperables para la democracia

Publicado el 18 diciembre 2014 por Franky
PP, PSOE e IU, partidos atenazados por el inmovilismo e irrecuperables para la democracia PP, PSOE e IU son tres partidos políticos irrecuperables para la democracia, tres cadáveres que creen que siguen vivos a pesar de que los ciudadanos ya han certificado su defunción. Han tenido la oportunidad de regenerarse y renacer porque, en teoría, podían ser útiles para España, pero no pueden reaccionar porque el poder los ha embrutecido y podrido hasta el punto de haber perdido toda relación con la realidad.

En mayo de 2011, el pueblo español, asfixiado por la ruina económica, se lanzó a las calles y plazas de todo el país para reivindicar dignidad, consciente de ser mucho más que mercancía en manos de políticos y banqueros. En el contexto de aquellas movilizaciones, que llegan hasta hoy, se está configurando una nueva política, una nueva España, una nueva mayoría social que apuesta por una salida pacífica, democrática y popular a la crisis económica, ética y política que sufrimos.

En estos años muchos ciudadanos hemos aprendido a organizarnos y proyectar alternativas colectivas en clave política, económica, social e incluso cultural. Fue la ciudadanía quién, gracias a un movimiento cuyas implicaciones y consecuencias nadie podía vislumbrar, comenzó a minar los cimientos del modelo político del 78. Al mismo tiempo, se configuraba, poco a poco, una nueva forma de hacer y de construir, toda una realidad nueve ante la que el "régimen" era incapaz de ofrecer soluciones que no pasaran por seguir mandando con los mismos patrones de desigualdad, injusticia, abuso de poder, corrupción, dolor, miedo y más sufrimiento.

Aquella oleada que partió del 15 M, compuesta de indignación e ilusión a partes iguales, consiguió muchas mas victorias de las que se apreciaban a simple vista: mostró el profundo deterioro y la decadencia del sistema y convenció a la parte mas decente de España de que otro país era posible, devolviendo la esperanza a muchos angustiados e indignados. De pronto, gran parte del país descubrió que la miseria política que había gobernado España era prescindible y que se podían construir una nueva sociedad y una nueva legitimidad, acorde a los deseos de la mayoría de la sociedad española.

Al abrirse las puertas de ese cambio y esa transformación histórica exigidas por los ciudadanos, los viejos partidos tenían ante si el reto de cambiar, de regenerarse y renacer abandonando la corrupción, el abuso, el verticalismo, la manipulación, la mentira, el desprecio al ciudadano y, sobre todo, el malvado vicio de anteponer los propios intereses al bien común.

Pero no fueron capaces de regenerarse porque estaban demasiado podridos y muertos. Ante los ojos sorprendidos de los ciudadanos, el PP, el PSOE, IU y sus cómplices nacionalistas, todos ellos gobernantes desde la muerte de Franco, solo fueron capaces de realizar cambios superficiales, cosméticos y falsos para que todo siguiera igual, creyendo que la rebelión ciudadana y el deseo de cambio eran solo un reflejo de la crisis y no un estado de conciencia y de avance histórico.

Rajoy, Susana Díaz, Pedro Sánches, Cayo Lara, Artur Mas y otros jerifaltes de antaño no eran, en modo alguno la refundación que el pueblo exigia, con otros principios y mas democracia y ética, sino mas de lo mismo, sólo un esfuerzo del aparato por lograr el engaño y que el ciudadano siguiera sometido y aceptando su pobreza e indecencia corrupta.

Y nació Podemos, expresión máxima de ese descontento ciudadano, y con Podemos renacian todos aquellos partidos pequeños que la gente identificaba con algo distinto, mientras un sunami social y cultural de envergadura inédita en España iba aplastando a los partidos cadáveres fracasados...

Este es el nuevo mundo que se construye en estos días, un mundo donde hay tres bandos: el primero es el pueblo, ese 90 por ciento de la población española desorganizada y confundida, pero con ganas inmensas de que se produzcan cambios éticos y políticos que conduzcan hacia algo mejor, mas justo, mas humano y menos sucio; el segundo bando es el de los viejos partidos, los culpables de que el país se haya deteriorado tanto y de que tanta injusticia y bajeza hayan entrado en la escena, apoderándose de todo y provocando corrupción, escándalos, estafas consentidas por el poder, abusos, desahucios, suicidios y vergüenza en masa; el tercer bando es el de la esperanza, el de la España que reacciona y quiere construir un mundo nuevo, a pesar de las incógnitas y de los vértigos, un mundo donde los capitanes tienen que ser nuevos, sin contaminar, sin compromisos con la miseria, sin culpa en las suciedades del pasado, gente capaz de anteponer los intereses del pueblo a los suyos propios, partidos nuevos con sintonía popular, capaces de pilotar el cambio, capaces de enterrar a los acaparadores de poder del pasado... PP, PSOE, IU y sus cómplices de ese nacionalismo que vive del odio a España.




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