Revista Opinión

Practicando El Amor

Publicado el 13 julio 2019 por Carlosgu82

—Depravada. ¿Qué es eso de calentarme en la oficina? Río divertida mientras él juguetea con mi cuello.

—Te voy a hacer pagar el calentón que llevo todo el día.

Me sigo riendo mientras él me desabrocha la falda y ésta cae al suelo. En ese momento, escapo de sus manos y corro por la casa. Él va detrás de mí y ambos nos reímos a carcajadas. Llegamos a mi habitación y, de un salto, me subo a la cama donde,  nerviosa,  comienzo  a  saltar  como  una  niña.  Eric  me  mira,  sonríe  y murmura mientras se desabrocha la camisa y después los pantalones:

—Salta… salta… que cuando te pille te vas a enterar…

Feliz por el momento tan tonto que estamos viviendo, salto por encima de la cama y corro de nuevo hacia el comedor. Eric me pilla en el pasillo. Me sujeta por la cintura y me pone contra la pared. Su boca vuelve a estar contra la mía y su lengua saquea mi boca con avidez.

Me abre la camisa y cae al suelo. Me desabrocha el sujetador y cuando me tiene sólo vestida con el tanga, me lo arranca de un tirón.

—Dios… —me dice entre risas—. Llevaba todo el día deseando hacer esto.

—¿En serio?

—Sí, cariño… en serio.

Lo beso… Yo también deseaba que lo hiciera y, al ver mi inminente respuesta, deja escapar un gruñido de satisfacción, me alza entre sus brazos y se sumerge lentamente en mí. Cierro los ojos, gimo, me arqueo y, cuando siento que no se mueve, abro los ojos y murmuro cerca de su boca:

—Vamos… vamos…

Eric se ríe, se retira de mí y lentamente vuelve a penetrarme.

—Eric…

—¿Qué, cariño?

—Más… quiero más.

Vuelve a salir de mí.

—Más ¿qué?

La sangre bulle por mi cuerpo descontrolada y le araño en la espalda exigiéndole que vuelva a penetrarme. Él ríe y lo hace. Incrementa su ritmo y me da lo que le pido. Una y otra… y otra vez, mientras yo me deleito y él me muerde la barbilla con pasión.

Sus embestidas cada vez son más profundas y, cuando me llega el orgasmo y chillo, él hace lo mismo y me aprieta contra él.

—Sí, Jud…, sssí.

Agotados, nos quedamos apoyados en la pared del pasillo, mientras yo le beso en el hombro y él respira sobre mi cuello. De nuevo, acabamos de hacer lo que mejor sabemos hacer y ambos estamos llenos y satisfechos.


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