Revista Viajes
Otro nuevo día amaneció en Praga y nosotros salimos de nuestro hotel dispuestos a explorar otros rincones de esta bella ciudad. Esta vez nos dejamos caer por la rivera del río Moldava en dirección sur, disfrutando de las vistas y los elegantes edificios que flanquean el cauce del río en el barrio de Nové Mésto, o Barrio Nuevo. Nuestro objetivo era curiosear la rompedora construcción de un edificio donde el afamado arquitecto canadiense Frank Gehry colaboró activamente en su diseño, y conocido popularmente por "la Casa Danzante". En su momento, y como casi todas las construcciones que rompen la homogeneidad de un entorno, causó gran revuelo entre los habitantes de la capital con gran número de detractores. Pero también, como casi siempre, con la perspectiva que da el tiempo y la suma de un diseño espectacular, ha acabado convirtiéndose en uno de los iconos de la Praga más vanguardista.
Porque bien es cierto que Praga es bastante más que los barrios de la Ciudad Vieja, Josefov y Malá Strana. Si se dispone de tiempo es muy recomendable pasear por los amplios bulevares de la Ciudad Nueva -Nové Mésto- plagada de edificios barrocos y elegantes viviendas levantadas en el siglo XIX. Pero el nombre de Ciudad Nueva puede llevar a equívoco si se desconoce la historia de la ciudad de Praga. El rey Carlos IV ordenó hace 600 años la construcción de un barrio nuevo en su amada Praga al estar súper pobladas las zonas más antiguas de la ciudad, por lo que estamos halando de un barrio cuyos orígenes se remontan a la edad media. Hoy en día sus edificios góticos han dejado paso a otros más modernos, muchos de estilo art déco. Frente a la Casa Danzante también pudimos ver la Torre del Agua en la orilla del Moldava.
La Plaza de Wenceslao posee unas dimensiones superlativas. Este centro neurálgico de Praga siempre está muy concurrido y aúna un conjunto de edificios de lo más interesante. En aquel veraniego día del mes de julio los turistas y los propios praguenses aprovechaban sus bancos y sus jardines para broncearse con los incisivos rayos solares, y nosotros aprovechamos también la ocasión para descansar y observar a la gente de nuestro alrededor. Esta plaza sirvió en la edad media como mercado de caballos y ganado y hoy muchos de sus edificios son hoteles, restaurantes y comercios de moda. El Hotel Merán o el Gran Hotel Europa son unos preciosos ejemplos de arquitectura art nouveau. Merece la pena invertir un rato en apreciar sus detalles constructivos.
Al fondo de la Plaza Wenceslao se alza el imponente edificio neo renacentista del Museo Nacional. Los fondos del museo los componen una vario pinta colección de minerales, paleontología, zoología y prehistoria, a parte de otras colecciones temporales. La Plaza de Wenceslao rezuma vida por el día y es un buen lugar donde pasear, curiosear escaparates de tiendas o probar exquisiteces locales en el mercado de productos alimentarios y puestos de comidas que montan algunos días. Pero, al parecer, no es uno de los lugares recomendables al caer la noche ya que puede ser lugar de encuentro de prostitución y "trapicheos" o "menudeos" de drogas. Digo al parecer porque no fuimos a comprobarlo "in situ".
La Estación Central de trenes de Praga es una de las últimas grandes edificaciones del Imperio de los Habsburgo que ya comenzaba su decadencia a principios del siglo XX. Está a diez minutos de la Plaza de Wenceslao, y aunque su interior lo han renovado por completo recientemente, aún conserva muchos aspectos de su arquitectura Art Nouveau y estructuras de hierro colado.
La Torre de la Pólvora está a la entrada de la Ciudad Vieja, una torre gótica que formaba parte de las trece puertas que daban acceso a la misma. Siglos más tarde fue utilizada como almacén para guardar la pólvora y de ahí tomó su nombre actual. El interior de la torre se puede visitar y da la oportunidad de conocer la historia de la antigua muralla medieval y sus torres de acceso.
La Casa Municipal, junto a la Torre de la Pólvora, es una maravillosa construcción en estilo Art Nouveau y cuya fachada se adorna con numerosas estatuas, faroles y rejas de hierro. Aquí se proclamó en el año 1918 la independencia de Checoslovaquia. Es posible -y muy recomendable- acceder al hall del interior o bien acudir a alguno de los conciertos que se ofrecen en su gran sala de conciertos, eso si se es capaz de conseguir una par de entradas. Si no siempre se puede pagar la entrada de un circuito guiado por sus estancias.
Tras otro intenso día de exploración regresamos a la Ciudad Vieja y al maravilloso Puente de Carlos. Con las últimas luces del crepúsculo Praga nos ofreció una intensa paleta de colores ocres, amarillos y terráceos, y en la atmósfera flotaba una sensación especial que nos proporcionaba una extraña sensación de bienestar. Además este viejo puente se llenaba de vida con pintores locales exponiendo sus obras y diversos músicos que amenizaban aquella inolvidable escena veraniega en la ciudad romántica por excelencia.
Casi todos los días que pasamos visitando la ciudad de Praga terminamos el día en los alrededores del Puente de Carlos y la zona vieja. Parecía una necesidad imperiosa para poder poner el mejor colofón posible a cada día. Y es que ¿Quién podía resistirse a contemplar como el sol se ocultaba poco a poco tras la imponente silueta de la Catedral de San Vito? Además tanto aquí como en Stare Mesto es donde había un gran ambiente, junto a la oportunidad de ver mi monumento favorito de Praga, la Iglesia de Nuestra Señora de Týn bellamente iluminada en el cielo nocturno de la ciudad.
Tras varios días en Praga la comida checa nos estaba resultando bastante monótona. Así que para cenar preferimos elegir un restaurante cercano a la Plaza de la Ciudad Vieja que ofrecía buenos cortes de carne argentina junto a los típicos platos de la cocina checa, sencillamente jugosa y deliciosa la carne.
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