Prebióticos, aliados de la salud.
A diferencia de los probióticos (es decir, de los microorganismos vivos), los prebióticos son hidratos de carbono no digeribles que favorecen el crecimiento y la actividad de bifidobaterias y lactobacilos, que son las bacterias beneficiosas para la flora intestinal.
Administrar probióticos y prebióticos a la vez significa suministrar conjuntamente el mejor substrato para posibilitar que los microorganismos sobrevivan y logren ejercer adecuadamente su función; este tipo de preparados (probiótico+prebiótico) recibe la denominación de simbiótico.
Para que un ingrediente alimentario pueda ser clasificado como prebiótico debe tener los siguientes requisitos:
No ser digerido o absorbido en el estómago o el intestino delgado.1
Actuar como una fuente de alimento para una o un número limitado de bacterias comensales potencialmente beneficiosas en el intestino grueso.1
Cambiar el ecosistema de la microflora colónica favoreciendo que se produzca una composición más saludable de dicha microflora.1
Promover cambios luminales o sistémicos que mejoren la salud del huésped.2 Por ejemplo, en numerosos casos, la utilización de los prebióticos por parte de las bacterias colónicas conlleva la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC).3 Estos compuestos poseen un gran impacto positivo sobre el intestino grueso, el metabolismo de macronutrientes y la prevención de enfermedades.
Las sustancias que tienen efectos prebióticos son, principalmente, algunas fibras alimenticias solubles; entre otras, la inulina y la oligofructosa, ambas son fructooligosacáridos (FOS).
Fuentes alimenticias
Los FOS se encuentran en muchos vegetales comunes: espárrago, cebolla, puerro, ajo, alcachofa, tupinambo (alcachofa de Jerusalén), y raíz de achicoria. A partir de la raíz de achicoria (Cichorium intybus) es como se produce comercialmente la mayoría de la inulina. Se obtiene mediante un proceso de hidrólisis enzimática parcial.4
La dieta occidental estándar proporciona una media de 5,1 gramos de FOS al día.5 Pero esta cantidad puede ser fácilmente aumentada si añadimos alimentos ricos en FOS diariamente.5
FOS en complementos alimenticios
El método comúnmente empleado para purificar y concentrar FOS para suplementos, se realiza mediante la extracción con agua caliente a partir de las raíces frescas de la achicoria. De este proceso resulta la inulina como producto final. Algunos fabricantes emplean hidrólisis enzimática
para producir oligofructosa a partir de inulina.6
La suplementación con FOS, aumentando de esta manera el total que se ingiere diariamente, puede resultar con frecuencia en beneficios clínicos.7
Aplicaciones potenciales
Mejora del crecimiento de bifidobacterias.
Absorción mineral mejorada.
Efectos reductores de los lípidos sanguíneos.
Biodisponibilidad mejorada de fitoestrógenos.
Tratamiento del eczema atópico y prevención del desarrollo de atopía.
Otras aplicaciones que se han propuesto es emplear FOS aislados o de manera combinada con bacterias probióticas, para los tratamientos de las enfermedades inflamatorias intestinales (enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa)8,9 y del estreñimiento.10
Cantidad recomendada por los expertos
Los estudios han demostrado un efecto bifidogénico (mejora del crecimiento de bifidobacterias) en dosis de entre 4 y 40 gramos al día de FOS. La dosis óptima se considera que es de 10 g/día.
Se recomienda comenzar con una dosis baja e ir incrementándola lentamente para reducir las reacciones adversas en el tracto gastrointestinal.
Es poco probable que dosis inferiores a 3 g/día causen modificaciones significativas en la microecología del intestino. Aún así, su aporte en dosis inferiores en combinación con probióticos (formulación simbiótica) ha demostrado claros beneficios, por lo que debemos diferenciar la cantidad requerida para un efecto sobre la flora endógena de la necesaria para apoyar a los probióticos aportados en una formulación simbiótica.
Autor: Mikel García Iturrioz
Director Técnico del herbolario online Misohi Nutrición.
Referencias
- 1. Naidu AS, Bidlack WR, Clemens RA. Probiotic spectra of lactic acid bacteria. Crit Rev Food Science Nutr 1999;38:13-126.
- 2. Riquelme AJ, Calvo MA, Guzman AM, et al. Saccharomyces cerevisiae fungemia after Saccharomyces boulardii treatment in immunocompromised patients. J Clin Gastroenterol 2003;36:41-43.
- 3. Lherm T, Monet C, Nougiere B, et al. Seven cases of fungemia with Saccharomyces boulardii in critically ill patients. Intensive Care Med 2002;28:797-801.
- 4. Daikos GK, Kontomichalou P, Bilalis D, Pimenidou L. Intestinal flora ecology after oral use of antibiotics: terramycin, chloramphenicol, ampicillin, neomycin, paromomycin, aminodidin. Chemotherapy 1968;13:146-160.
- 5. Gibson GR, Roberfroid MB. Dietary modulation of the human colonicmicrobiota: introducing the concept of prebiotics. J Nutr 1995;125:1401-1412.
- 6. Tomomatsu H.Health effects of oligosaccharides. Food Tech 1994;October:61-65.
- 7. CollinsMD, Gibson GR. Probiotics, prebiotics, and synbiotics: approaches for modulating the microbial ecology of the gut. Am J Clin Nutr 1999;69:1052S-1057S.
- 8. Van Der Velden VH, Laan MP, Baert MR, et al. Selective development of a strong Th2 cytokine profile in high-risk children who develop atopy: risk factors and regulatory role of IFN-gamma, IL-4 and IL-10. Clin Exp Allergy 2001;31:997-1006.
- 9. Gibson GR, Beatty ER,Wang X,Cummings JH. Selective stimulation of bifidobacteria in the human colon by oligofructose and inulin. Gastroenterology 1995;108:975-982.
- 10. Kirjavainen PV, Apostolou E, Arvola T, et al. Characterizing the composition of intestinal microflora as a prospective treatment target in infant allergic disease. FEMS Immunol Med Microbiol 2001;32:1-7.
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