Revista Cine
El otro día, mientras tomaba café con los amigos debatiamos acerca de la tragedia y la comedia en la novela. Concluimos en que (quizá influidos por la reciente lectura de "Si esto es un hombre"), sin discusión, las mejores novelas son las que cuentan hechos terribles, las que dan fe del lado oscuro de la existencia. En la vida hay momentos divertidos, sobre todo cuando no nos la tomamos muy en serio, pero al final el drama siempre asoma inevitablemente. Las ficciones intentan reflejar todo esto y quizá seamos tan pesimistas que nos identifiquemos más con lo trágico.
Si echamos un vistazo a la historia del cine, las cosas no están tan claras. Todos sabemos que hacer llorar es muy sencillo y hacer reir complicado, por lo que genios como los Hermanos Marx, Peter Sellers, Charles Chaplin o Billy Wilder, por poner los primeros ejemplos que me vienen a la cabeza, son personajes fundamentales que, o bien han retratado la realidad de manera tan certera que al reconocernos en ella nos da la risa o bien han conseguido evadirnos de ella y hacernos vivir en mundos mejores mientras dura la proyección. Bien es cierto que la comedia cinematográfica lleva muchísimos años de capa caída. Se usa y se abusa de fórmulas repetidas hasta la saciedad y se sustituye el humor negro por el infantilismo.
Digo todo esto porque, siendo "Precious" una película de calidad indudable, sí que me pareció, al salir de la sala, que su director había optado por la vía más fácil para hacer llorar al espectador: coge a una muchacha negra, pobre, fea, obesa, violada por su padre, con un hijo con síndrome de down, esperando otro, torturada moral y físicamente por su madre y objeto de las burlas de sus compañeros del colegio y cuenta su historia. ¿Qué es lo que resulta? Pues una película que es capaz de denunciar todo lo denunciable, desde la discriminación social hasta la genética. Todos sabemos que no es lo mismo nacer guapo y rico que feo y pobre, pero a la desgraciada Precious la vapulean hasta la saciedad, como si fuera objeto de un experimento acerca de la mala suerte en la vida.
Bien es cierto que el resultado final se eleva bastante por encima de lo que podía temerme antes de entrar a la sala: un estrenos-tv de lujo. Las interpretaciones son de lujo (otro cantar es el doblaje español, realmente espantoso, pero hay que abstraerse de ese inconveniente), la dirección es efectiva y la historia (y el continuo fustigamiento a la protagonista) se sigue con interés, aunque teniendo siempre presente la continua manipulación que estamos sufriendo como espectadores. Al final, el mensaje es claro: la lucha contra la discriminación solo puede ganarse a través de la educación, pero si la vida te da demasiados palos, la victoria es casi imposible.