Revista Sociedad

¿Predestinados?

Publicado el 07 febrero 2013 por Siempreenmedio @Siempreblog

Siempre que ocurre algún suceso trágico me surgen las mismas preguntas: ¿hasta qué punto estamos predestinados? ¿Cuánto poder real tenemos sobre nuestro libre albedrío?

No creo que “fatalmente tengamos que acabar de una manera determinada”, como lo define el diccionario de la RAE, porque esté escrito en las estrellas, pero sí que muchas veces nos creemos los amos del mundo sin caer en la cuenta de lo vulnerables que somos.

Este martes, me impactaba la noticia de que, tras una semana desaparecida, encontraban el cuerpo sin vida de una chica lagunera en un barranco por la zona de La Verdellada; no lejos de donde vivo. Resulta que no era una desconocida, porque además de la edad, tuvimos en común la infancia; allá por los seis años, al comienzo de la etapa educativa de entonces y durante algunos cursos. Como la vida misma, a esos compañeros de colegio les perdemos la pista a lo largo del tiempo y la mayoría de las veces no volvemos a saber nada de ellos. O nos los encontramos años más tarde por una casualidad para comprobar que algunos ya lucen barrigones y calvos y otros están esperando a sus hijos a la salida del colegio, como era en este caso.

Ayer, cada vez que pensaba en la tragedia, a mí no me venía a la mente aquella abnegada madre de dos hijos (que estoy segura que era), como recordaban la mayoría de sus conocidos y amigos. Yo rememoraba a aquella niña de mi infancia con la que jugaba al tejo o a los boliches, con la que compartí raspones en las rodillas y saltos en los charcos bajo la lluvia en el patio del colegio o a la que prestaba mi libro de ortografía para que corrigiera sus faltas. Y creo que así la recordaré siempre. Porque como decía Miguel Delibes, la infancia es una de las mejores etapas que deben ser vividas y “la patria común de todos los mortales”.

Estimados lectores, precisamente haciendo uso de mi libre albedrío, aquí finalizo una etapa en la que agradezco profundamente la oportunidad que me han dado mis compañeros, durante todos estos años, de expresar mis opiniones sobre asuntos de toda índole con total libertad y bajo la premisa de “escribir correctamente”. Y por supuesto, muchas gracias a ustedes por leer mis escritos. Un abrazo.


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