Revista Infancia
Respecto a la crianza, los padres tenemos la idea de que, por el bien de nuestros pequeños, tenemos que inculcarles o enseñarles una serie de hábitos, ademas de educarlos en unos valores y marcarles limites claros .Y nos empleamos en ello a fondo, repitiendoles una y otra vez lo que deben de hacer o lo que no. Y en muchos momentos desesperamos al ver que no nos hacen ni caso....
Pero si en vez de enfadarnos con ellos por no obedecer, nos parásemos un momento a tratar de entenderlos, nos daríamos cuenta de que les estamos mandando un mensaje engañoso, que difícimente pueden comprender.
Me explico: con nuestras palabras les estamos diciendo que hagan una cosa, pero con nuestra actitud y comportamiento les damos a entender que no tienen porqué hacerla.
Por ejemplo, una mamá riñe a su hijo porque no quiere compartir su juguete preferido con otro niño del parque al que apenas conoce, pero a su vez ella no quiere compartir su bolso y lo que hay dentro de el con un desconocido.... Para el niño , su juguete es un objeto muy valioso, igualmente que para la mama lo es su bolso.
El niño llega a la conclusión de que no necesariamente tiene que compartir, puesto que su mamá, que es el espejo en el que el se mira, no lo hace...
En cambio, el pequeño entendería que su mamá le dijera que hay compartir con las personas a las que conoce y en las que confía, puesto que es lo que ella hace.
Y como este, podía poner muchos mas ejemplos.
Creo que a la hora de criar a nuestros hijos somos excesivamente exigentes y a veces poco razonables...por más que nos esforcemos en repetirles una y otra vez lo que deben y no deben hacer, ellos en lo que se van a fijar y por lo que se van a guiar es por lo que nosotros hacemos o no hacemos. No son las palabras las que educan, son los actos. Por lo tanto considero fundamental predicar con el ejemplo.
Asumamos que nuestros hijos, al igual que nosotros y que cualquier hijo de vecino, no van a ser perfectos .Porque de lo contrario se lo pondremos muy difícil, ya que no habrá una coherencia entre lo que esperamos de ellos y lo que hacemos nosotros. Y para ellos, nosotros somos el ejemplo a seguir, puesto que nos consideran "perfectos".
Pienso que debemos aprender a ser críticos con nosotros mismos, mirar nuestra vida y nuestra conducta de forma objetiva, y decidir si lo que vemos y lo que somos es lo que queremos que sean nuestros hijos. Porque al fin y al cabo ese es el mensaje que les vamos a transmitir. No lo que les decimos, sino lo que somos.
Asi que estoy decidida a seguir creciendo con David, cuestionando mis actitudes, tratando de mejorar y de ser cada día mejor persona, para transmitir a mi pequeño unos valores sólidos y palpables.
Porque nos guste o no, educamos con el ejemplo.