Revista Opinión
Personalmente me molesta, y mucho, que la libertad de expresión se ejerza para insultar, difamar y calumniar a una persona. Me molesta que, ante la crítica y reprobación del insulto, la difamación y la calumnia, haya quien pretenda vendernos el cuento de que la indignación provocada por unas palabras injustificables forma parte de una campaña orquestada desde un sector enfermizo y esquizofrénico que no tolera que se digan ciertas cosas con absoluta libertad. Libertad: a ti sí que te insultan, te difaman y te calumnian. ¿Libertad para qué? ¿Para tachar de "guarra, puerca, zorra repugnante y sodomita" a una consejera de sanidad por abrir una página web sobre educación sexual? ¿Para calificar de "miserable" o "tipejo repugnante que sienta su asqueroso culo en las Cortes" a un ex diputado y senador nacionalista vasco? ¿Para llamar "hombre, mujer, hermafrodita o vaya usted a saber qué" a un concejal socialista? ¿Para adjetivar como "maricona vieja" que "acaricia efebos" en Chueca a un conocido escritor? Sí, libertad para eso, para evidenciar la total y absoluta carencia de argumentos, y también para, hecho el daño, pedir disculpas no solo a los insultados, difamados y calumniados, sino también a los patrocinadores y anunciantes del programa y la cadena donde se ejerce esa vilipendiada y mal entendida libertad, no vaya a ser que se retiren y le den de comer a otro que no escupa rencor, odio e intolerancia por la boca. Unas disculpas que ciertos compañeros de "profesión", colocando el carro delante de los bueyes, tildan de auténtica lección de "cómo reacciona una persona coherente con sus ideas", una persona "que es capaz de equivocarse, muchas veces, pero cuya grandeza consiste en saber reconocerlo y sobre todo en pedir perdón", un momento de lo más emotivo, un ejercicio de caballerosidad, educación y buen hacer. Sí, me molesta y mucho, que alguien que repetidamente agrede y continuamente se disculpa sea considerado un caballero educado. Me molesta esta especie de beatificación del agresor reincidente que reiteradamente se arrepiente, pero nada aprende. Ahí estarán los tribunales, esperando a estos pregoneros y maltratadores de la libertad, aunque les moleste.