Un rayo de luz que se filtra entre los árboles como señal de esperanza. Vale, me lo creo. Pero me lo creo solo porque no pierdo nada y porque no requiere esfuerzo alguno. Yo no soy amigo de supersticiones de ningún tipo aunque parece que el cáncer está logrando que al menos reconsidere algunas, más que nada por eso, porque no tengo nada que perder y, quién sabe, a lo mejor si hay algo que ganar.
Siempre pensé que para saber la verdad, hay que saber a quién hay que hacerle las preguntas correctas y cuáles son esas preguntas. No es suficiente con que pongamos mucho empeño. Es necesario, además, estar acertado, ser perspicaz y tener buena suerte. Supongo que por eso yo no me hago preguntas ahora. Ni sobre el cáncer ni sobre casi nada. A estas alturas sería aterrador descubrir que las respuestas me vienen envueltas en un precioso paquetito de mentiras y medias verdades. Prefiero quedarme con las respuestas que llegan solas, sin preguntas de por medio. Como los comentarios de los doctores, por ejemplo. En ellos vislumbro verdad, autenticidad y sentido común. En cambio, cuando les hago preguntas directas, suelen irse por las ramas como si yo tuviese energía para ir tras ellos y perseguirles por la jungla.
Hoy voy a ver a un médico que se basa mucho en esos preceptos, un médico antroposofico que huye de la medicina convencional y transita caminos paralelos para llegar a la curación. O, mejor dicho, para llegar a la mejoría porque, en mi caso, no es posible la curación. Eso es algo que ya me han dicho muchas veces todos los médicos y que a mí, cada cierto tiempo, me gusta recordar para no llevarme desilusiones posteriores. Es obvio que para ellos también es de suma importancia mantener altos los niveles de sinceridad con los pacientes y mucho más en estos casos donde la enfermedad es tan grave.
Aquí a lo que aspiramos es a vivir unos cuantos años más con una calidad de vida aceptable, más o menos como ahora. Habrá quien me diga que eso es lo que queremos todos los seres humanos, pero no es lo mismo. Las ideas son otras muy diferentes cuando sabes que tienes una enfermedad que te está comiendo por dentro, no encaras las cosas con la misma actitud y no eliges al mismo tipo de personas para hacerle tus preguntas. Yo elijo a mi psiquiatra, a mi oncóloga y a mi médica antroposófica. Seguramente tú, que no estás enfermo, hablas de la muerte con tu novia, tus amigos y tu jefe.
Preguntas adecuadas a la gente adecuada.
También habrá quien me diga que este tema ya lo he tocado más veces en el fotonauta. Es verdad. Y seguramente esta vez tampoco será la última. No es fácil hablar de cosas originales y diferentes todos los días y, además, hay ciertos temas que me gusta plasmar aquí una y otra vez porque me hace bien pensar sobre ellos.
Como mi propia muerte, por ejemplo.

