"Perdona a tu pueblo sus pecados contra ti, y todas sus rebeliones contra ti. Y concede que quienes lo desterraron tengan piedad de él. Porque es tu pueblo y te pertenece; tú lo sacaste de Egipto, que era como un horno de fundición."
Así habla Salomón en Reyes 8 dedicando el templo al Señor, haciendo un spoiler en la última línea de lo que sería el holocausto nazi y Europa convertida en un nuevo horno de fundición para los judíos; quién sabe si lo que sucedió en la Alemania nazi fue también un castigo de Dios contra lo que Él consideró una nueva deslealtad por parte de su pueblo elegido. Dios, al igual que hizo con David, también estableció un pacto con Salomón mediante el cual le prometía su reinado para siempre en Israel si éste demostraba ser tan recto e intachable como su progenitor. Teniendo en cuenta lo que he analizado en el segundo libro de Samuel, esta promesa ya nos tiene que chirriar, pues ya hemos visto que David estuvo muy lejos de tener un comportamiento recto e intachable (a lo mejor frente a los ojos de Dios fue distinto), pero es que lamentablemente, por mucha sabiduría que Salomón demostrara tener en según qué aspectos de la vida, demostró ser un esclavizador con todos aquellos que no eran israelitas, sometiéndolos a trabajos forzados, y para muestra, este fragmento de Reyes 9:
"En cuanto a los habitantes amorreos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos que quedaron, los cuales no eran israelitas, es decir, a sus descendientes, que quedaron después de ellos en el país y que los israelitas no pudieron aniquilar, Salomón los sometió a trabajos forzados, y así siguen hasta el día de hoy. Pero no obligó a ningún israelita a servir como esclavo, sino como soldados, oficiales, jefes, capitanes y comandantes de los carros de combate y de la caballería."
Estos pueblos habitaban Canaán antes de que los israelitas la conquistaran, con lo cual no podemos decir que fueron ellos los que atacaron primero a los israelitas y ahora como castigo han sido esclavizados, así que de aquí extraemos dos conclusiones: primero, Salomón es a estos pueblos lo que el faraón egipcio fue a los israelitas, y segundo, parece que aquello que el mismo Dios enseñó acerca de tratar bien a los "extranjeros" (lo pongo así porque los extranjeros serían los israelitas en todo caso) ha quedado en lo más profundo del olvido. Y sin embargo, Salomón no será castigado por esto, sino por su idolatría hacia otros dioses. Las preferencias de Dios a la hora de decidir qué debe ser castigado y qué no, son cuestión de puro ego. Pero a estas alturas, esto ya no nos debe pillar por sorpresa, y aunque en este libro aún vamos a ver más cosas que nos van a dejar pensando mucho en los parámetros que toma Dios a la hora de castigar, ahora quiero pasar a hablar sobre lo que va a suponer la división del reino Davídico tras la muerte de Salomón.
El reino se dividió en dos estados independientes: Israel al norte, y Judá al sur, teniendo este último a Jerusalén como capital. A lo largo de todo el libro se aprecia muy claramente las diferencias entre uno y otro estado, pues mientras que en el estado de Israel todos los reyes cometían los mismos pecados una y otra vez, en el de Judá, si bien no todos los reyes fueron perfectos a ojos de Dios, sí que parecían mostrar una actitud más fiel hacia el Señor, y además, todos ellos eran descendientes de David. En este sentido, la única excepción fue el reinado de Atalía en Jerusalén, que resultó ser una mujer usurpadora del trono (qué casualidad, que parece que la Biblia toma más en cuenta a las mujeres cuando la lían). Considerando esto, parece que desde Caín y Abel la historia siempre se ha marcado por la división entre dos líneas: una buena, de la que solo puede descender el Mesías, y otra mala, en la que parece no existir nadie que sea honrado y decente. Esto debería hacernos reflexionar sobre una cosa, y es por qué la Biblia destaca tanto la polaridad, el o estás conmigo o estás contra mí, no dejando lugar para posiciones intermedias. Mi opinión personal a este respecto, es que al leer la Biblia estás leyendo el manual de una guerra con dos bandos claramente diferenciados, donde quedarse en una posición neutral se consideraría una deslealtad contra el proclamado Dios, porque de hecho eso es precisamente lo que vamos a seguir viendo en la tercera parte de este ensayo.
Antes de poner punto y final, os informo de que he creado un grupo en Google+ llamado Religión Crítica, donde voy a compartir los artículos sobre la Biblia que he ido publicando hasta ahora, y donde por supuesto estáis invitados a uniros y a compartir también vuestros artículos respecto al tema religioso.
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Fuente de las imágenes:
https://www.taringa.net/posts/offtopic/19953804/La-verdad-detras-de-la-leyenda-del-rey-Salomon.html
https://es.slideshare.net/JuanDejo/la-historia-de-dios-en-el-pueblo-hebreo