Cómo comenté en el anterior post, expondré algunas recomendaciones que, personalmente, me fueron de utilidad para poderme responder aquellas preguntas que me ayudaron a decidir cuál es el rumbo que le quiero dar a mi vida profesional. Preguntas y respuestas que me sirvieron para encontrar un sentido y un propósito a lo que hago. Y que me ayudaron a marcarme mi objetivo y metas en la vida.
• Encontrar nuestros espacios. Momentos y lugares para estar con nosotros mismos. En soledad y silencio. Y a los que creen que no son capaces, de estar unas horas, días preferiblemente, en cierto silencio y calma, o que no tienen tiempo (curiosamente tiempo que sí que tienen, en muchos casos, para otras muchas actividades que no les aportan nada en la tarea de vivir una vida más plena y con sentido) hacerles una consideración: ¿no será que cuando hay silencio y eliminan las distracciones que ellos mismos se buscan a veces, se tienen que enfrentar a aquellas preguntas que les incomodan? Preguntas que saben que se tendrán que responder. Y que, tal vez, intuyen que las respuestas les indicarán que tienen que salir de su zona de confort. Por mucho que lo intentemos evitar, esas preguntas vuelven, cada vez con más fuerza. De hecho no desaparecen, permanecen en algún lugar de nuestra mente, esperando respuesta.
• Salir “de la caja”. Nuestra forma de actuar y pensar está muy condicionada por los estímulos de nuestro entorno. Es más difícil llegar a preguntas y respuestas diferentes si no salimos de lo que nos rodea. Es una cuestión puramente de cómo funcionan y se organizan nuestras neuronas. ¿No te ha pasado nunca que es cuando estás de vacaciones, en un lugar no habitual en el que vives, que se te plantean según que cuestiones, tales cómo cambiar de vida, de trabajo, etc.? Esto no quiere decir necesariamente que nos tengamos que ir a dar la vuelta al mundo (aunque si puedes, ¡aprovéchalo!), si no que basta con encontrar momentos y espacios que nos ayuden: unas horas en la naturaleza, en una exposición de arte, algún lugar que nos relaje o nos inspire, lejos o cerca de casa,…
• Esforzarse por no estar concentrado en resolver nuestro diálogo interno. La ciencia nos dice que la parte “racional” de nuestra mente, está sobrevalorada. La mayoría de decisiones, parece ser que las tomamos en nuestra mente inconsciente, pero claro, no somos “conscientes” de ello. Cuando intentamos resolver un problema complejo, en el que nos tenemos que concentrar, utilizamos principalmente el córtex prefrontal de nuestro cerebro. Y este consume mucha energía, nos agota rápidamente. Además es tremendamente lento. La velocidad de los impulsos de nuestro cerebro consciente es de unos 150/180 km/h. En cambio, si nos esforzamos en dejar de intentar solucionar nuestro problema racionalmente, permitimos que nuestro cerebro inconsciente pueda trabajar mejor. Curiosamente ahora será él quien nos ayudará a tomar decisiones, sin ser nosotros “conscientes”, paradójicamente. Funciona de forma automática (sigue trabajando aunque nosotros estemos relajándonos), nos consume muy poca energía (no nos agota rápidamente) y a la vez es tremendamente rápido. La velocidad de sus impulsos es de unos 100.000 km/h. Esto tiene que ver con permitirnos escuchar nuestros pensamientos espontáneos, nuestras intuiciones, aquello que sentimos en nuestro cuerpo,…
• Buscar una mentalidad de juego. El jugar es intrínsecamente motivante. Es por ello que muchos de estos ejercicios no son nada sesudos, ni afrontan los grandes problemas del ser humano desde la erudición. Sino que utilizan, por ejemplo, el dibujo, las manualidades, las imágenes y la visualización, la escritura, entre otras.
• Ayudarnos de la metodología ya desarrollada, para encontrar un sentido, una misión o un propósito en la vida. Aunque cada uno tiene que encontrar su camino, si es verdad que nos puede ayudar lo que ya se trabaja con éxito con otras personas. Nuestras cuestiones, curiosamente se las han planteado y se las plantean infinidad de seres humanos. Aquí nos ayuda, enormemente, el autoconocimiento. El consabido “conócete a ti mismo” de los antiguos sabios. Pero a mí me gusta que ese autoconocimiento sea claro y práctico, que tenga una aplicación en nuestras vidas de forma operativa y directa. Hay muchas herramientas prácticas que nos echan un cable para conocernos mejor de una forma amena y sencilla. Ya no hace falta hacerse un asceta y vivir hasta el fin de nuestros días en un lugar inhóspito, preguntándonos sobre quién soy y el sentido de la vida. No aspiramos a una cátedra en filosofía, sino a vivir una vida plena y razonablemente feliz, sostenible en el tiempo.
• Descubrir todo aquello que me gusta y en lo que disfruto de una forma innata (aunque ya ni nos acordemos o hayamos tenido consciencia de que era así). Descubrir también aquello en lo que soy bueno y, finalmente, aquello que me puede dar un nivel razonable de ingresos. Y buscar la forma de alinearlo todo.
• Descubrir y alinear el quién soy, el quién me gustaría ser y el cómo me ven.
• Conocer y descubrir que está pasando en nuestro entorno, y conocer las tendencias que nos indican cómo será nuestra vida en el futuro.
• Acelerar y asegurar todo el proceso con la ayuda de un profesional que nos acompañe en la respuesta a las preguntas, en la definición y puesta en práctica del plan de acción.
• Dibujar nuestra meta, las amenazas que nos podemos encontrar y aquello que nos puede ayudar en los momentos de adversidad. Este profesional, también nos podrá facilitar y animar a utilizar técnicas de regulación emocional. De motivación. Es muy importante que esas técnicas sean prácticas, que vayan con nosotros, que se adapten a nuestra situación y que estén probadas, si puede ser, por el mismo profesional. Cómo comentaba anteriormente, no saber gestionar nuestros estados de ánimo, puede hacer peligrar el más brillante plan de acción. Y para ello es básico contar con la ayuda de un profesional que nos genere confianza, que nos entienda y que sepa lo que estamos viviendo. Y no que nos repita, simplemente, tantas teorías como hay por ahí.
Y aquí cada uno sabrá incorporar muchas otras. Éstas son sólo algunas propuestas. Realmente es un esfuerzo que nos puede hacer cambiar el rumbo de nuestras vidas. Que nos ayudará a encontrarnos en momentos en los que estemos perdidos. Y que nos ayudará a tomar decisiones personales con mucha más claridad y mucha menos vacilación, con convencimiento y plenitud. A mis amigos y coachees, me gusta hacerles esta pregunta: ¿Cuánto tiempo has dedicado a saber qué quieres de la vida, y cuánto tiempo has dedicado a planificar unas vacaciones, en los últimos 10, 5, 3 ó 2 años?
Tú mismo