Revista Economía
Hace un par de entradas prometía hablar de un segundo prejuicio económico que, a mi entender, está manifestándose últimamente. Me refiero a las especulaciones sobre el aumento del tipo de interés del Banco Central Europeo.
Según parece hay una preocupación porque la inflación en la zona euro está subiendo al 2,6% y el euríbor se sitúa en el 2%, cuando la tasa de interés oficial es el 1%. Véase aquí. El euríbor es la tasa de interés a la que se prestan entre sí los bancos de la zona euro mientras que la tasa oficial es el interés al que presta el Banco Central Europeo.
Según parece también, la preocupación por la inflación es mayor que la preocupación por el euríbor. Ante esto mi opinión es que la preocupación por la inflación debe ser mínima. Por una parte, tasas de inflación tan bajas (y el 2,6% lo es) nunca nadie ha mostrado que sean prejudiciales en lo más mínimo. Tampoco es que haya ninguna necesidad de tenerlas porque sí y mejor (más cómodo) que sea la inflación lo más baja posible. Pero si la razón de parte de la inflación son los costes del petróleo, todavía hay más dudas de que sea interesante luchar monetariamente contra ella.
Una inflación de costes no es propiamente una inflación. Es decir, no es un incremento general y persistente en el alza de los precios que, como nos recordaría Milton Friedman, es un fenómeno monetario siempre y en todo lugar y que se puede (y debe) combatir eliminando la causa monetaria (el imprimir dinero, vamos). La inflación debida a los costes es un ajuste en los precios ante un hecho real, como es en este caso la escasez relativa de petróleo. Si un bien se hace escaso, ha de ser más caro. Ninguna política monetaria puede resolver esto.
Por otra parte, distintas regiones de la eurozona están en distinto proceso de salida de la crisis y una restricción de liquidez causada por tipos de interés más alto pueden frenar algunas expectativas de mejora. Estrictamente, con agentes perfectamente racionales e información completa de todo lo que está pasando, no debería ser así. Pero siendo las cosas menos perfectas de lo que quisiéramos, uno se arriesga a que sea así para nada, para bajar unas décimas una inflación que no hace ningún daño digno de tener en cuenta.